Palabras del Ministro de Cultura José Antonio Rodríguez

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Acto premiación a Ángela Hernández  Premio Nacional de Literatura 2016

En su definición más llana, un Premio es una compensación material o no que se le otorga a alguien en reconocimiento a sus méritos en el desarrollo de una determinada actividad. Un premio literario es lo mismo, pero mucho más, especialmente porque existe en un mundo muy competitivo donde por suerte, el talento no escasea. Y un Premio de Literatura en República Dominicana es aun superior en complejidad… supone todo lo anterior pero teniendo como telón de fondo, esa idiosincrática manera del ser nacional, tan poco dado al consenso cuando del juicio a figuras públicas se trata.
Desde los juegos florales de principios del Siglo 20, premiar la literatura fue una actividad de pocos, el desarrollo capitalista dependiente y en su fase comercial, no tenía necesidad ni vocación para impulsar un mercado literario, es decir, editoriales, escritores y un público demandante. Si saber leer era una condición minoritaria, apasionarse por lo literario resultaba, inevitablemente, la circunstancia de unos pocos dentro de esa minoría.
En ese sentido, podemos hablar con propiedad de la existencia de una élite intelectual y en ella, la mujer cuasi invisibilizada, no a falta de aportes trascendentes, sino por ser superada en números si a publicaciones y reconocimiento social nos referimos. Estoy seguro que dentro de las cuatro paredes del hogar sucumbieron muchas iniciativas literarias que pudieron protagonizar mujeres y que, sin embargo, no encontraron socialmente los canales y el estímulo para su realización. Una mujer que piense y que además pudiera hacérselo saber fuera del entorno familiar y privado, atentaba contra los valores predominantes en una sociedad disciplinada por un poder que afectaba la cotidianidad en el mundo de la vida.
En la actualidad, la situación es diferente, pero se mantienen las características que limitan la posibilidad de hacer de la escritura un modo y medio de vida. Lo normal es que, quienes se decidan a hacer del escribir un oficio, se vean obligados a combinarlo con otras formas de ganarse la vida.
Un escritor dominicano es sinónimo de pluriempleo. El mercado de trabajo decide su suerte, teniendo a la ínfima cantidad de lectores su principal limitación, y a la poesía, el género menos apreciado. Los estudios de lectoría realizados hasta el momento, nos describen como una sociedad que no ha encontrado el camino de hacer de la lectura una vía para alcanzar desarrollo con civilización.
Ese es el escenario donde se desarrolla el Premio Nacional de Literatura, una fascinante aventura en la búsqueda de proyección social de los autores; un estímulo para que lector y escritor, se encuentren en el espacio-tiempo de la creación e interactúen frecuente, dinámica y creativamente, iniciando el diálogo definitivo hacia emancipación, vale decir, ese real soñado donde el par categorial ético/ estético es referencia obligada de la vida en sociedad.
En esa conjunción donde la realidad y el sueño habitan, cada año se selecciona un ganador o ganadora. Esta vez le tocó a nuestra (pocos escritores se sienten tan cercanos) Ángela Hernández, una mujer que del oficio de escribir ha hecho del aspiracional, una posibilidad real, a pesar de los inconvenientes que cotidianamente atentan contra la expansión creativa y la imaginación en un país que padece de excesiva realidad.
De su biografía están llenas las reseñas de estos días, de modo que, con estas palabras, solo queremos dejar testimonio de que esta vez el Premio Nacional de Literatura se le otorgó a alguien de quien me es difícil disociar su buen escribir de su buen vivir. Estoy seguro que cuando se premia a una buena escritora, que al mismo tiempo es un ser humano ejemplo de calidez, humilde sin ser sumisa, voluntariosa y solidaria… más que a ella, nos estamos premiando nosotros, porque de alguna manera, Ángela representa lo mejor de una generación que no se dejó ni vender ni vencer por los asesinos de las utopías libertarias, sicarios del porvenir.

Muchas gracias.

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