Palangana del mundo

Palangana del mundo

Una haitiana gorda, de unos sesenta años, se presentó en la casa de una pareja de jóvenes recién casados. Buscaba trabajo en “quehaceres domésticos”, por un periodo corto, pues ella muy pronto iría a casarse en Jacmel. Trabajaría, a lo sumo, cuatro meses. Estaba comprando sus ropas y los enseres de la casa para iniciar su vida matrimonial. El trabajo, en la cocina y en la limpieza, le serviría para ganar el dinero necesario para completar el ajuar. Aquella pareja de jóvenes contrató a la amable señora haitiana, quien no hablaba con claridad el español. Era difícil entenderse con Edilí. Y surgían numerosos malentendidos cada día.

Gracias a Dios, la señora reía cuando caía en la cuenta de que lo que había ordenado la dueña de la casa no era, exactamente, lo que ella había interpretado. La juventud e inexperiencia de la pareja contribuía a “limar asperezas”. Después de todo, decían, sólo será por cuatro meses. Edilí tenía en su habitación una enorme palangana que guardaba debajo de la cama. Tan grande era, que buena parte sobresalía e impedía a la mujer poner los pies en el piso cuando se sentaba en la cama. La palangana contenía tazas, platos, cubiertos, ollas, sartenes, cucharones y quién sabe cuántas cosas más.

Al término de los cuatro meses Edilí explicó, trabajosamente, que tendría que ir a un barrio muy peligroso donde podrían despojarla de la palangana, del dinero cobrado y hasta de los zapatos. Pidió que le cuidaran los “efectos” que contenía la palangana. Ella volvería en tres días, con un chofer, que cargaría y transportaría la pesada palangana a Jacmel. Cuatro días después regresó Edilí. Entró a la habitación, rodó la palangana y revisó platos y tazas; incluso el interior de las ollas.

Entonces Edilí hizo subir al chofer para cargar la palangana y bajarla del segundo piso del apartamento donde ella había trabajado por cuatro meses. La mujer “tiró” besos a su ex-patrona y dijo: usted es honrada; yo dejé mi dinero debajo de los platos y un collar en una olla. Todo está en su sitio. Ahora podré ir a Jacmel a casarme. En la palangana tengo el vestido de novia y mi mundo entero.

 

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