Pa’lante con el carnaval

Pa’lante con el carnaval

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Ya el desenfreno de la carne, que con tanta permisividad se acepta antes del Miércoles de Ceniza, ha cesado con el final de la celebración de los carnavales en todo el mundo, incluyendo Haití. Aquí queremos distinguirnos de los demás, por el patrón de una tradición local de que el 27 de Febrero de 1844 fue un Miércoles de Ceniza, para darle rienda suelta a la alegría, que en los demás países concluyó el pasado martes 5 y ahora es que aquí se inicia.

El consumo de preservativos en los carnavales brasileños es voluminoso, y en muchos países son las autoridades que los distribuyen para evitar los problemas del Sida y de otras enfermedades de origen promiscuo de la sexualidad. Se sobre entiende lo de los carnavales antes de Cuaresma que es para entrar en recogimiento y reflexión acerca de la celebración de la Semana. El universo cristiano se recoge y deja de lado lo que disfrutó en orgías previas al Miércoles de Ceniza cristiano.

Los esfuerzos locales de autoridades eclesiásticas para reformar esa tradición han sido inútiles, y lo continuarán siendo cuando es ahora que arrancan los carnavales criollos, para cubrir todo el mes de febrero. Las exhibiciones de las máscaras tradicionales, que cada vez son más costosas y lujosas, atraen un gran público, como ocurre en La Vega y Bonao.

Incluso todavía para el Domingo de Ramos hay comunidades sureñas que están celebrando sus desfiles de carnaval con escenificaciones especiales, con lo que se desvirtúa por completo el objetivo de la actividad carnavalesca. Aquí se convierten en desfiles inocentes de comparsas muy coloridas, y a veces disfraces de mal gusto y poco significativos del folklore local, sin llegar al grado de libertinaje de los carnavales de otras partes del mundo.

El carnaval antes de la Cuaresma tiene una tradición de siglos, que la Iglesia primitiva permitió como una medida salomónica para atraer a los paganos que se convertían al cristianismo; se les permitían esos desahogos de la carne antes de entrar en el severo régimen de penitencias de la Cuaresma y de la Semana Santa, en que el Viernes Santo coincide con la llegada de la primera luna llena de la Primavera y en este año coinciden ambas fechas el 21 de marzo.

Al menos, el atenuante local de esa distorsión de una actividad pagana es que nuestros carnavales se limitan a desfiles de comparsas lechoneras, diablos cojuelos, indios, roba la gallina, carrozas, etc. Aún cuando existe la picardía, no se llega abiertamente a la liberación de los instintos, que es tan notoria en los carnavales brasileños, los cuales son el culmen de la manifestación de la alegría y de la libertad, olvidándose de los tabúes y reglas morales de la sociedad occidental.

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