Pa’lante con ese Metro

Pa’lante con ese Metro

MIGUEL AQUINO GARCIA
Apoyar un proyecto que como el del metro de la capital ha sido atacado y removido por tantos flancos no es una tarea fácil, pero insistimos en demostrar que el mismo es procedente y conveniente. Permítasenos elaborar con cierto detalle las razones fundamentales que nos han hecho llegar a esa conclusión.  En primer lugar, la razón mas argumentada para oponerse al proyecto del metro es su costo. Así pues personas bien entendidas en los aspectos técnicos de la construcción de un metro, nos han ofrecido detalles que nos permiten concluir que la construcción del metro resultaría más caro de lo que se anticipa.

El denominador común de toda la pléyade de detalles es que el proyecto en su conjunto resultaría más caro que otras alternativas, que como un monorriel por ejemplo, no solo costaría hasta 8 veces menos se dice, sino que el metro tomaría más tiempo en construirse, y su ejecución sería más traumática. Aceptando como bueno y válido este argumento, pues parece provenir de ingenieros con debido entrenamiento para avanzar estos estimados, lo primero que hay que advertir es que el metro ya está funcionando, pues para derrotarlo como idea ha sido necesario recurrir a la proposición de una alternativa que como los monorrieles no se había considerado con ninguna seriedad en el pasado, de modo que la inquietud presidencial de enfrentar el permanente caos del transporte capitaleño con nuevas y renovadas ideas ya va dando frutos. O sea sin proyecto de metro, no habría verborrea de monorrieles. Más aún, la complejidad del transporte de masas en las grandes ciudades impide que se pueda simplemente descartar un medio masivo de transporte en lugar de otro, pues la realidad demuestra que todos son necesarios, autobuses, metros, monorrieles, taxis y además transporte privado,especialmente en una ciudad de crecimiento mayormente horizontal. El metro tiene la particularidad de ser el más rápido, un factor de extrema importancia para la inmensa mayoría de los usuarios de metros donde quiera que existen, es la diferencia a veces entre poder o no poder mantener un trabajo o acudir con regularidad anticipada a un centro de estudio, o poder acceder y usar de manera práctica grandes centros comerciales sin poseer vehículo propio, o poder desplazar rápidamente a grupos de turistas a específicos puntos de la ciudad, o llegar con la debida premura a un distante centro de salud. El significado real del costo del metro es que si no se hace ahora, en unos 20 años podría ser económicamente irrealizable, privando al país de su beneficio. El costo es pues un débil argumento contra el metro.

En todas partes del mundo los distintos medios de transporte se complementan, líneas de autobuses conectan organizadamente con paradas de metros, usando incluso unidades de pago que cubren ambos medios y dando el beneficio de mayor cobertura de distancia en menor tiempo. Monorrieles podrían así ser construidos para enlazar con paradas de autobuses y del metro, ampliando igualmente la cobertura del servicio y gracias al metro en menor tiempo. El metro ofrecería pues a la capital la misma ventaja que ofrecen los metros de otras grandes ciudades, en combinación con otros medios de transporte. En Londres, donde se construyó el primer metro hace unos 150 años este sigue dando servicios, acentuando la durabilidad como otra enorme ventaja del metro.

Las desventajas que se le atribuyen a un futuro metro en término de poca seguridad para el usuario, y el mal hábito del dominicano de no darle mantenimiento a sus grandes proyectos, son males que afectan a la sociedad en su conjunto y por tanto a todo tipo de proyecto, solo hay que recordar los experimentos de ONATRATE de Antonio Guzmán, la OMSA del mismo Leonel Fernández y el RENOVE de Hipolito Mejía, la gigante inversión de estos proyectos en autobuses y taxis, su consiguiente deterioro por falta de mantenimiento y pérdida de lo invertido sin mejoría del tráfico. ¿quién ha dicho que simplemente por no construir el metro se van a impedir similares desastres en el futuro?. Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que estas experiencias no se repitan, estableciendo responsabilidades de culpabilidad, para hacer posible y fructífera futuras inversiones en un metro, en monorrieles y en más autobuses. Por dejar de construir el metro no se van a acabar los asaltos de ciudadanos en carros de concho, en los puentes de paso, en barrios marginados y en casas de «ricos» de día y noche. El problema de la seguridad y el de la corrupción que se ha tragado ya varios metros, no es pues el anunciado metro en sí, sino nuestra debilidad institucional que debemos fortalecer a toda costa. Nada impide un adecuado sistema de seguridad para el metro, que podría ser oficial o privado. 

Nadie niega finalmente la necesidad de que el Estado mantenga como inversiones prioritarias adecuados recursos para la educación y la salud, pasando por la creación de empleos para la erradicación del hambre. Lo que hay que entender es que todas las áreas de desarrollo se complementan y fortalecen entre sí, y en ese sentido el efectivo transporte de masas es una piedra angular para el desarrollo de un país, le sirve de zapata si se quiere al avance de otros agentes del desarrollo, un metro en la capital de la república impactaría  positivamente al 30% de la población del país. Por otra parte sería irrealista y absurdo esperar que un sector en particular, digamos por ejemplo la educación, vea totalmente satisfecha y resuelta todas sus necesidades, antes de invertir en otras áreas de impacto social como la salud, el transporte, el turismo, la agropecuaria, fuentes de empleos, el deporte, medio ambiente y la seguridad pública, pues el desarrollo envuelve la atención simultánea de todos estos agentes del progreso. En ese sentido yo le daría mi voto de confianza a un presidente visionario que introdujo el desayuno escolar, una enorme palanca de la educación en su conjunto y creó mas de 600 mil empleos en 4 años. Dejemos ya de atacar el metro con tanta obsesión y ceguera, como si por dejarlo de construir fuéramos a desarrollarnos. Podría ser todo lo contrario. 

Hágame caso señor presidente, pa» lante con ese metro.

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