Se ha planteado, en determinados momentos históricos, que la guerra no es más que la continuación de la lucha política a otros niveles y en circunstancias muy especificas y concretas. Además, las épocas de guerra nos enseñan que la paz ha desempeñado, más de una vez en la historia, el papel de tregua para acumular fuerzas con miras a nuevas batallas.

La lucha del pueblo palestino tiene su origen y su historia tanto en la paz como en la guerra. Por el momento nos interesa comunicar los elementos más relevantes de la lucha política librada por este pueblo en el seno de la ONU.

Desde 1947 a 1953, la tónica general de la ONU fue la de considerar la Cuestión Palestina como un problema humanitario. Con la partición y la creación del Estado de Israel, más de un millón de personas perdieron sus hogares, sus bienes, su ciudadanía y se vieron obligadas a buscar refugio en países vecinos. La ONU siempre afirmó que esos refugiados palestinos tenían el derecho a retornar a sus hogares y a recuperar sus propiedades.

A mediados de 1953 se aprecia un cierto cambio en la orientación de la ONU con relación al problema palestino. Las dimensiones políticas de ese problema ya eran más que evidentes, pues tratar el problema de todo un pueblo privado de su patria y de sus derechos nacionales como un problema apenas humanitario resultaba, obviamente, imposible e insostenible. En efecto, la Cuestión Palestina comenzó a ser tratada en  la ONU como parte fundamental del conflicto en el Medio Oriente.

A partir de la guerra árabe-israelí de 1973 se comienza a dar un nuevo enfoque a la Cuestión Palestina que por primera vez fue incluida en la agenda de la ONU como un punto independiente. En la Resolución 3237 de 1974 de la Asamblea General de la ONU, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) era aceptada como miembro observador, y reconocida como representante legítima del pueblo palestino. También se estableció que el pueblo debería participar en cualquiera negociación del conflicto.

En 1979, el propio Consejo de Seguridad de la ONU fue capaz de traspasar la barrera del eterno veto de los Estados Unidos. La ONU reconoció los inalienables derechos nacionales del pueblo palestino, el derecho a la libre determinación, al retorno y al establecimiento de un Estado Nacional sobre suelo palestino. De la misma manera fue definido el derecho del pueblo palestino a disponer libremente de sus recursos naturales en los territorios ocupados, y el derecho a luchar por todos los medios disponibles contra la ocupación. De tal manera, la ONU legitimó la lucha del pueblo palestino para recuperar su patria.

En la actualidad hay un consenso general de las Naciones Unidas, así como en la comunidad internacional, sobre los derechos del pueblo palestino. En la práctica, ese consenso tropieza con las inflexibles posiciones de Israel y sus aliados de no reconocer los derechos nacionales del pueblo palestino y su única representante, la OLP.  Desde 1974 hasta hoy la posición de los dirigentes israelíes, en lo que se refiere a la Cuestión Palestina, ha sido una posición de arrogancia y de falta de respeto a todas las resoluciones de la ONU, o si no de violencia, barbarie y brutalidad contra todo un pueblo.

Por otro lado, en la 8va. Conferencia de los jefes de Estados y de Gobiernos de Países No Alineados que se realizó en Harare, en 1986, fueron tomadas resoluciones que reafirmaron la solidaridad activa de esos gobiernos para con los países árabes que son víctimas de la agresión israelí, reiterando que el problema de Palestina está en el centro de la crisis del Medio Oriente y es el origen del conflicto árabe-israelí, recomendando que las soluciones parciales solo pueden conducir a nuevas complicaciones y a una profundización de la crisis.

La situación del Medio Oriente es muy compleja, y muy particularmente se expresa en las condiciones de vida inhumana y precaria que vive el pueblo palestino dentro y fuera de los territorios ocupados, así como en los campamentos para refugiados.