RAMALA, Cisjordania (AFP).- Los palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén-este ultimaban los detalles para celebrar sus primeras elecciones presidenciales en nueve años, arropados por una importante presencia de observadores internacionales y aliviados por un alivio del cerco militar israelí en los territorios.

Pese a que representantes palestinos acusaron el sábado al gobierno israelí de impedir con su cerco militar la libre circulación de los ciudadanos, a última hora de la tarde del sábado, el Estado hebreo parecía cumplir su promesa de mantener a su ejército alejado de las ciudades autónomas palestinas hasta el lunes por la noche.

«Por nuestra parte creemos que israelíes y palestinos están poniendo todo de su parte para que el domingo haya un proceso justo, tranquilo y transparente y la expresión soberana del pueblo palestino se manifieste», explicó a la AFP el observador chileno Luis Ayala, secretario general de la Internacional socialista.

El ejército israelí se comprometió a disminuir sus controles en las carreteras y a retirar a sus tropas de las ciudades autónomas palestinas desde el sábado y hasta el lunes, es decir, durante 72 horas.

No obstante, la muerte de un militar israelí en una emboscada palestina el viernes por la noche en Cisjordania hizo que el Estado hebreo amenazara con cambiar de planes y mantener el mismo dispositivo militar en la región.

«La situación es la misma. Nada ha cambiado y los retenes siguen en su sitio», había denunciado horas antes el ministro palestino encargado de las negociaciones con Israel, Saeb Erakat, pidiendo al gobierno israelí que respete sus compromisos.

Para velar por el buen funcionamiento de estas votaciones, los palestinos confían en centenares de observadores internacionales, sobre todo europeos, pero también de países como Chile, Brasil, Argentina y Colombia.

Para Fabio Valencia, embajador colombiano en Italia, «dentro de las condiciones anormales en las que se lleva a cabo este proceso, existen las bases para creer que será justo y transparente».

Sin embargo, la Comisión electoral central palestina anunció el sábado no podría entregar a tiempo las urnas a ocho localidades palestinas debido a las restricciones impuestas por el ejército israelí.

En total, 1,8 millones de palestinos de Gaza, Cisjordania y Jerusalén-este están autorizados a votar el domingo aunque sólo 1,2 millones se inscribieron en las listas.

Salvo sorpresas de última hora, Abas, actualmente líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ganará estas elecciones.

Su único rival, el candidato independiente Mustafá Barghuti, se sitúa 30 puntos porcentuales por debajo en las intenciones de voto mientras que los otros cinco aspirantes no representan ningún peligro para el favorito.

La victoria de Abas no suscita de ninguna duda pero el margen con el que consiga su triunfo le hará gozar de una mayor o menor legitimidad frente a su pueblo.

Conocido por su carácter moderado y su oposición a la lucha armada, el candidato goza del visto bueno de Israel y Estados Unidos, lo cual provoca el recelo de los grupos palestinos más radicales.

No obstante, durante su campaña, Abas ha garantizado que no renunciará a los ideales históricos de su pueblo como el retorno de los refugiados, la liberación de los presos que están en cárceles israelíes, el fin de la ocupación y la aspiración de hacer de Jerusalén la capital de un futuro Estado palestino.

Estas serán las segundas presidenciales de la historia de la Autoridad Palestina, después de las celebradas en 1996. Este sábado, el presidente en funciones de la Autoridad Palestina, Rawhi Fattuh, anunció que habrá elecciones legislativas palestinas el 17 de julio.

Una tregua no declarada pero respetada por la mayoría de los grupos armados hizo que en los últimos días no se registraran atentados suicidas contra Israel.

No obstante, la violencia sigue presente en la región y las incursiones militares israelíes y las infiltraciones de palestinos en colonias o en puestos militares del Estado hebreo son casi diarias. Desde el inicio de la Intifada, en septiembre del 2000 la cifra de víctimas mortales ya roza los 5.000.