Hoy 
UBI RIVAS
Con el auspicio y/o mediación del presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, jefe de Estado, y de Alí Muhammed Mujawwar, jefe de gobierno, dirigentes de Hamás y Al Fatah suscribieron un acuerdo de paz en Sana, capital del estado árabe en lo profundo del Hedjad (Península Arábiga), el 23 de marzo último.
El hecho histórico es propicio y bien vale un comentario, mejor muchos, con el propósito señalado de que en realidad derive en coherente, sólido y permanente, para así unificar a los palestinos y uncirlos en pos de fundar el Estado Palestino, tan anhelado por árabes, una parte israelí, la menor, y la mayor de la humanidad.
Los cables noticiosos fechados en Sana fueron escuetos, sin mencionar los nombres de los emisarios tanto de Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con sede en Cisjordania, que también preside Al Fatah, como de Ismail Haniyeh, que lidera una facción Palestina atrincherada en la angosta Franja de Gaza.
Abbas ganó con un 62.3 por ciento, la misma puntuación con que se alzará con el triunfo electoral el presidente Leonel Fernández en mayo 16 próximo, las elecciones de enero 5 de 2005, que Hamás desconoció, gravísimo error idéntico al asumido por todos los palestinos y árabes al rechazar la partición de Palestina dictaminada por las Naciones Unidas en su resolución 181 del 27 de noviembre de 1947.
La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, han rechazado de manera reiterativa la radical actitud de Haniyeh, instándole al consenso, moderación y unidad para de esa única estrategia, consolidar la paz y orientarla a la proclamación del Estado Palestino.
Y que inclusive, en el semoviente e inseguro decir del presidente estadounidense George Bush jr., es una de sus últimas metas antes de la cesión del poder el 20 de enero de 2009.
