Palimpsesto, de Marcio Veloz Maggiolo, la flor que no puede olvidar su olor

Palimpsesto, de Marcio Veloz Maggiolo, la flor que no puede olvidar su olor

Archivo General de la Nación realizará Feria del Libro de Historia Dominicana.- En el evento, que estará dedicado al poeta, novelista, arqueólogo, antropólogo y ensayista, Marcio Veloz Maggiolo, se pondrán a circular las reediciones de tres novelas de su autoría: De abril en adelante y, en un solo volumen, La vida no vale nada y Los ángeles de hueso. Hoy/Fuente Externa 7/10/18

Todo discurso novelístico se niega a ser tratado por otro discurso. Pongamos que el de la novela se resiste al discurso de la crítica. Como decía Octavio Paz, las obras tienen sus sombras. Cada crítica no es más que la exploración de las opacidades de una obra.

Un palimpsesto es un texto formado por capas de otros textos. Pero este prototexto es como la protonovela de Marcio Veloz Maggiolo en la que cada novela que escribe es una capa de otra novela.

Me temo que el discurso poético es homodiegético en la medida en que el yo construye el relato. Digamos que es también, en el caso de Veloz Maggiolo la violación de las reglas del relato. Es una novela que niega el género novela. En Veloz Maggiolo encontramos su protonovela, que es también, un romanzo o una novela ejemplar en Cervantes o la nivola de Unamuno.

Pero iniciemos con el texto del rango de los relatos homodiegéticos, cuando es un personaje quien narra. Bueno, cuenta una historia como en “Palimpsesto” (2020). Es un viejo que escribe sobre la vida. Tiene como el autor más de ochenta años; tiene nietas y ama la ciencia, lo exotérico, viaja a la memoria. Cree que Jehová o Yahveh forjó todas las cosas que se encuentran en constante transformación. Digo más, es una figura letrada que está conformada por textos que orina y fermenta, porque en el fermento está el origen de la vida y el inicio de la muerte.

Este personaje se inventa a sí mismo. Es el autor y es otro. Es tal vez un personaje convocado para que un autor pueda escribir su alegato. Es un autor pretexto en la medida en que él es quien organiza el texto. Un texto realizado de muchos textos que entran a través de la cita, de la referencia a la ciencia, a la química, a la alquimia, al Gran Todo esotérico que un día llenó de ilusión a Rubén Darío.

Es, en fin, la búsqueda de lo arcano.
Este personaje que también se llama Martirio y construye un discurso autobiográfico en el que las referencias delatan al autor, quien pretende borrar sus propias huellas. El palimpsesto le ayuda a calmar el prurito de hablar de sí mismo. Y sumerge a los lectores en un relato heterodiegético cuando realiza la diégesis en que se ve como un espejo. Philippe Lejeune (“Le pacte autobiographique”, 1975, 1996) estudió estos relatos; como Gérard Genette estudió el palimpsesto (“Palimpsestes”,1982).

El personaje que busca otro personaje para camuflarse; es ahí la historia vivida. Pero que se vive como aventura de la palabra. Palabras que son textos, textos que conforman libros, que a su vez son bibliotecas. Bibliotecas que evocan a Borges, a Babel; o, tal vez, a Alejandría. Una vida que se inició en la calle Ravelo de Villa Francisca.

Un barrio capitalino que, en el pasado precolombino, fue ruta de los indios viejos que eran nómadas y existieron en Quisqueya más de dos mil años antes de Cristo. Un barrio formado con el desplazamiento que dejó el huracán San Zenón en los treinta y que fuera lugar de chulos, cueros y calieses en la Era de Trujillo (“Materia prima”, 1988).

El personaje que narra y que simula ser Marcio Veloz Maggiolo es un arqueólogo del saber y de la palabra. Busca el origen de la vida y desprecia los lamentos de la muerte. Sabe que puede ser otro. Sabe que es uno y es diverso.

Como Pirandello, Veloz Maggiolo configura que acudieron en su ayuda otros personajes, que pueden ser sus nietas. Estas son observadoras científicas que buscarán en la orina o en el fermento las letras transformadas de un hombre que fue también un texto, un libro o una biblioteca.

El palimpsesto es un texto que, conformado por otros textos, dialoga con los textos leídos anteriormente por los lectores, de ahí la hipertextualidad y la intertextualidad de la novela. Las obras de Veloz Maggiolo son producto de su imaginación; los textos que ha ido construyendo.

La intertextualidad de su discurso novelístico me lleva a otras obras. Pienso que en esta se reflejan como en espejos cóncavos o convexos, la “Biografía difusa de sombra Castañeda”. Doy una sola razón. La manía del autor de trasladar al lector a distintos escenarios. En esta las distintas ciencias y contextos del saber. Pasar de Villa a Grecia, recorrer las andaduras de apóstoles como Pablo de Tarso o autores como Borges o algunos alquimistas…

“Palimpsesto” tiene los ecos de “Los ángeles de hueso”. Obra en que el autor usa el monólogo interior en el que se presenta el discurso de una mente atormentada. En esta no hay tormento, sino liberación del saber, teoría del origen de la vida. También hay que volver a “Florbella”, con su sentido de iluminar las capas de la tierra y lo que ellas contienen.

Al liberar este texto de otros textos y textualidades construidas por el autor en tantos intertextos y afloraciones, Veloz Maggiolo pasa de las capas que conforman el pasado que la arqueología desvela a revelar las capas subyacentes que la ciencia entraña, pero tocando lo arcano, aquello que como sombra se enmascara en el saber y que ahora, el hombre libera para el gusto de los filosofantes.

Ecos de otras obras, residuos de otros textos aparecen, se citan. Como en “Materia prima”, sobre un autor y la diversidad de sus personajes; que muestran el mundo Veloz Maggiolo como lo hiciera Zola o Balzac en la “Comedia humana”, o el puertorriqueño Zeno Gandía en su crónica de un mundo enfermo. Pero en Veloz Maggiolo todo es intelectual, todo pasa por esa maravilla del saber que se fermenta, crea nuevos textos y personajes.

No se asemeja mucho a “Nosotros los suicidas”, aunque la vida siempre es el reverso de la muerte, que en esa obra se presenta. En Veloz Maggiolo no se ve esa obsesión por la muerte que acompañó a otros autores; porque Veloz escribe una novela sobre la vida, sobre el conocer de la vida, su origen; pero también como la muerte conduce a la transformación de la existencia.

Ahí su mundo poético está conformado por los personajes con los que coincidió entre el relato ficcional y el relato de la vida. En esta obra el autor se desvela como otro personaje de su creación.

Un personaje que, como Augusto Pérez de Niebla (1914) de Miguel de Unamuno, se ha negado a morir, porque vivirá en las múltiples textualidades de las bibliotecas. Y niega todo discurso de ultratumba, o presente negarlo, aunque como es un palimpsesto, la muerte es otra capa en la que se puede desvelar la vida.

En “Palimpsesto”, Marcio Veloz Maggiolo redondea toda su creación literaria. Vuelve al origen de su carrera novelística y re-configura su mundo con una teoría sobre la vida y la muerte que no se encuentra alejada de su práctica de antropólogo y novelista. Mantiene sus obsesiones sobre los temas científicos, los arcanos, los mitos y la religiosidad.

Finalmente, Veloz Maggiolo borra el género novela, compuesto de textualidades fijadas por la crítica, lo hace móvil, transformacional, como él mismo. Semejante a su historia, como el tiempo que lo hace, ‘in illo tempore’, volver y reafirmar que ‘vita brevis est’. Porque todo se está fermentando y transformando; porque también a una flor no se le olvida el olor de una flor (Serrat).

<El personaje que
busca otro personaje
para camuflarse; es ahí la
historia vivida. Pero que se
vive como aventura de la
palabra. Palabras que son
textos, textos que
conforman libros, que a su
vez son bibliotecas.
Bibliotecas que evocan a Borges, a Babel,>

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