«Palm City»

«Palm City»

DIÓMEDES MERCEDES
Cuento que las garzas como cartas portaban el mensaje. El viento que lo lee encuentra lento su fructífero volar para la urgente misión y decide él mismo adelantarlo, alertando a la naturaleza en sus cuatro puntos cardinales, para que ésta presente queja de familia ante los hombres, porque uno de los nuestros, como síndico sigue intensificando un crimen.

Sospechosamente, desarboriza impíamente la ciudad, agrede los cerros circundantes sostén del equilibrio y temperatura de múltiples comunidades urbanas y sin conciencia, aniquila por millares palmeras clavándolas inhóspitamente, trastornando localmente un orden natural, todo con exorbitantes gastos actuales más los que se esperan tendremos que invertir para restaurar.

Ridículos argumentos quieren encubrir el hecho, tales como que las raíces de los árboles cortados rompían aceras y contenes, pero quien ha roto en kilómetros éstos para hacerlos reconstruir ha sido la gestión del Ayuntamiento. Hay quienes adelantan y denuncian falsamente que quienes rechazan esta actividad le echan químicos a los troncos nuevos para secarlos, seguros de lo que va a suceder y para muestra quien quiere verlo que pase por la Luperón hacia el kilómetro 12 y observe las palmas situadas frente al BanReservas.

Los parciales arguyen, en defensa de su jefe, que esta obra de insolación es para embellecer con plantas emblemáticas la ciudad con un sello de la actual administración, las palmas en el «New York chiquito». Quieren ponerle palmeras como un broche a la capital, un lujo sobre nuestros harapos. ¡Caramba! Pero el lujo se adquiere cuando el dinero sobra, y esto es impropio y nunca luce en casa de pobres, que tiene que satisfacer necesidades primarias.

Afinidades de intenciones de intereses políticos y económicos vinculantes, tapan la olla de este hervidero que escandaliza al país, lo que nos induce a pensar en la forma en que los políticos del sistema usan sus posiciones en el Estado para hacer la acumulación originaria de capital que a los europeos tomó 400 años de industrias y desarrollo.

En la zona perimetral de la capital, desde Yamasá a San Cristóbal, andan los emisores de los contratistas, arrancando las palmas y las canas aún doncellas, compradas a lugareños a precio de comidas de hoy, para los barrigudos hijos y nietos de familias desamparadas, desde allí puede hacerse un itinerario que sería una autopsia del país que se quiere así embellecer.

Al síndico en su rol de poder nadie le pide que sea un «todólogo» o un «cienciólogo». Pero, en su prepotente arrogancia es incapaz de escuchar y es indecente. Es un tractor como Diandino y como cualquier otro funcionario más arriba y más debajo de él, con un solo cambio: «E’ pa’lante que vamos!» en inconducta e ilegalidades, es por lo que rechazan a quienes pudieran orientarles. Es el caso del señor síndico ante Amparo Chantada, que como ciudadana, persona, profesional y moral, vale mil veces lo que él pueda creer de sí mismo y lo que sus espalderos públicos también.

Los procesos vegetativos están condicionados por severos mecanismos selectivos cuyos frutos son costosísimos, por insignificantes que nos parezcan en la forma espontánea en la que se dan. Cada planta es un individuo con un carácter exclusivo; una obra de selección ecológica y ambiental.

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