En ocasión de inaugurar el Museo de Rosita Fadul el 18 de este mes, acudí a mi patria chica en el grato y magnífico evento, al que no asistieron ni el alcalde Abel Martínez ni la gobernadora Aura Toribio, un gesto descortés, además de inconsecuencia con una dirigente histórica del Partido Reformista Social Cristiano, a quien el PLD y estos dos funcionarios, deben el poder, comprobé el aseo de la Ciudad Corazón.
Los santiaguenses están satisfechos con su alcalde, que no siendo nativo, ha respondido con mayor eficiencia que otros que sí lo son, incluyendo el desastre del anterior.
Las calles lucen limpias, uno de los retos de todo alcalde. El emblemático Parque Duarte libre de buhoneros, sobre todo haitianos, y pocos limpiabotas.
Los espacios públicos lucen recuperados en proporción apreciable, aunque hay punteados buhoneros en las principales arterias.
La pugnacidad del alcalde con CORAASAN prosigue, y el alcalde parece soslayó mi sana sugerencia de comunicarse con el presidente Danilo Medina para consensuar las diferencias con Silvio Durán y la gobernadora Ana Toribio, y con humildad e inteligencia, expresarle que el alcalde es el gobernante y el alcalde su instrumento, y ahí podría desatarse el nudo Gordiano de los enfrentamientos estériles, con los cuales los munícipes son los grandes afectados.
Las diferencias de los dirigentes políticos, sobre todo los que confrontan a los de un mismo partido, los ciudadanos los rechazamos de plano porque, reitero, resultamos los mayores perjudicados, y es al Presidente a quien se dirige con mayor vehemencia el índice acusatorio.
Abel Martínez no debe permitir frustrar su futuro político por no procurar una solución al impasse con CORAASAN, ni el presidente Medina permitir, a su vez, que todos los señalemos como reo de mortificar a los santiaguenses.