Pandillas de Ciudad de México imitan violencia de cárteles 

Pandillas de Ciudad de México imitan violencia de cárteles 

MEXICO, (AP).- Dos cadáveres decapitados son arrojados en una calle de los suburbios de la capital mexicana con un mensaje del misterioso grupo “La Mano con Ojos”. Pocos días después, una cabeza aparece en un automóvil abandonado frente a una escuela primaria en el mismo suburbio.  

Para los capos del narcotráfico, la Ciudad de México ha sido uno de sus escondites favoritos y un sitio para lavar dinero, lo cual ha facilitado que esta gigantesca metrópolis de 20 millones de habitantes se convierta una especie de oasis exento de la brutal violencia de los cárteles en la frontera norte y algunos estados del centro y el sur.  

Sin embargo, una oleada reciente de homicidios y decapitaciones nunca antes vista hace que la gente se pregunte si la violencia del narcotráfico está llegando finalmente a la capital. Las autoridades, sin embargo, afirman que el repunte en la violencia desde fines del año pasado proviene de pandillas callejeras que se disputan un mercado local de narcóticos cada vez más lucrativo.  

Aunque el consumo de drogas en la Ciudad de México está muy por debajo del de Estados Unidos, ha aumentado en forma notable durante la última década. Aproximadamente el 8% de los estudiantes de escuelas secundarias aquí experimentan con drogas, dijo Patricia Reyes, asesora sobre el tema para la Secretaría de Salud de la ciudad, comparado con el 2,5% registrado en 1998, de acuerdo con encuestas a nivel nacional.  

Algo de la violencia de alto perfil proviene de grupos remanentes del cártel de los hermanos Beltrán Leyva, que se ha fragmentado y trasladado más cerca de la ciudad desde que la armada mató a su líder Arturo Beltrán Leyva en diciembre del 2009. Otros imitan las estrategias de los cárteles con el fin de controlar territorios.  

“Yo considero a estos grupos como células, como franquicias”, dijo Alfredo Castillo, procurador general del Estado de México, donde se encuentran gran parte de los suburbios que rodean la capital. “Como franquicias, ¿qué es lo que quieren? Quieren el ’know-how’, el modelo de negocio, y al final, quieren su apoyo en caso de un problema extraordinario”.  

Los homicidios en masa comenzaron a fines del año pasado, al ser muertos seis jóvenes a balazos desde un automóvil en el peligroso barrio de Tepito, y ser asesinada una familia de cinco en un ataque vinculado con drogas en el sur de la ciudad.  

La violencia se intensificó a comienzos de este año cuando Juan Vasconcelos, notorio asesino de una pandilla local, presuntamente consumió cocaína y alcohol para después enfrascarse en una seguidilla de homicidios que concluyó con su arresto en febrero.  

El primer ataque dejó cinco muertos el 8 de enero. En otro fallecieron ocho personas el 16 del mismo mes y el tercero causó la muerte de siete el 13 de febrero.  

La policía dice que Vasconcelos tiene vínculos en el Estado de México con el cártel de La Familia, ubicado en el vecino estado de Michoacán. Aunque esa alianza no era lo que estaba azuzando la violencia —Vasconcelos iba tras vendedores rivales de droga y miembros de su propio grupo delictivo con el fin de consolidar su posición— ello le facilitó tener acceso a armas de alto poder.   Cuando la policía le preguntó en un interrogatorio grabado qué hacía para ganarse la vida, Vasconcelos respondió: “Mato”.  

Entonces comenzaron a aparecer cadáveres mutilados, algo insólito en el área metropolitana. Los medios de comunicación culparon de ello a los grandes cárteles —incluyendo el de los Zetas, notorio por sus macabros asesinatos— y dijeron que ahora el ejército patrulla partes de la ciudad como lo hace en urbes fronterizas y otros sitios donde el narcotráfico está muy enraizado.  

El ejército, no obstante, dijo a The Associated Press que no tiene patrullas en la Ciudad de México ni en sus alrededores.  

“Lo que tenemos aquí es narcomenudeo, y lo voy a decir otra vez: narcomenudeo no es considerado como crimen organizado”, afirmó el procurador general de la Ciudad de México, Alejandro Mancera, según lo citó el diario Milenio anteriormente este mes. Mancera no respondió a varias solicitudes de la AP para entrevistarlo.  

Desde hace tiempo se considera que la Ciudad de México, que aún enfrenta un elevado nivel de robos y secuestros, está infestada por la delincuencia. Pero la cifra de asesinatos es muchísimo menor en la capital que en las ciudades mexicanas del norte, agobiadas por la violencia vinculada con las drogas desde hace al menos cuatro años, y la gente que tenía miedo de vivir en la capital ahora se está mudando a ella para escapar de la violencia en otras partes del país.  

La tasa de homicidios en la Ciudad de México era de aproximadamente nueve por cada 100.000 habitantes en el 2010, más baja incluso que en muchas ciudades estadounidenses, entre ellas Washington, D.C., que tuvo 22 asesinatos por cada 100.000 residentes el año pasado, según estadísticas gubernamentales.  

La urbe norteña de Ciudad Juárez registró la escalofriante cifra de 230 por cada 100.000.   Como muchos de los mexicanos acaudalados viven en la Ciudad de México, desde hace tiempo ésta ha sido un sitio neutral que le permite a los traficantes hacer sus negocios sin ser detectados y vivir con su familia en mansiones bardadas.

De acuerdo con un informe reciente de la policía federal, seis de los cárteles más importantes del país operan en las 16 delegaciones (distritos) en que se subdivide la urbe.  

Aunque entre ellos se dejan operar sin molestarse, la policía los busca. Algunos capos han sido arrestados cuando trotaban en vecindarios de lujo, y los agentes han incautado alijos de armas dentro de mansiones.  

Al menos cuatro altos integrantes de los poderosos cárteles de Sinaloa y de Juárez han sido arrestados en la Ciudad de México, incluidos el hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, capo del cártel de Sinaloa, y el hijo del finado Amado Carrillo Fuentes, fundador del cártel de Juárez.  

La Familia, un cártel más reciente formado en el 2006, comenzó a expandirse a los suburbios de la Ciudad de México desde Michoacán a medida que el presidente Felipe Calderón, oriundo de ese estado, le lanzó un ataque militar. Ahora tiene presencia al noreste de la capital, donde maneja operaciones de drogas, extorsión y robo de vehículos, señaló Castillo.  

De todas formas, los principales cárteles tienden a mantener un bajo perfil. Hay una fuerte presencia policial, con 90.000 agentes asignados a las 16 delegaciones, además de que la policía del Estado de México patrulla las áreas que circundan la ciudad.

El ejército, la armada y la policía federal también tienen sus oficinas principales en la capital, hecho que podría inhibir a los traficantes de lanzar los osados ataques vistos en otras ciudades.  

 “Hay una enorme fuerza reactiva en la Ciudad de México, y por eso los narcotraficantes tienen que mantener un perfil bajo”, dijo Martín Barrón, experto en delincuencia en el Instituto Nacional de Ciencias Penales, un centro gubernamental de investigación.  

Pero las tensiones y la violencia entre los grupos delictivos locales se han incrementado a niveles no vistos. Si bien hasta ahora ha habido relativamente pocos ataques, los homicidios vinculados con el narcotráfico han aumentado de 135 en el 2009 a 191 en el 2010, de acuerdo con el gobierno federal.  

“La Mano con Ojos”, una pandilla local de la Ciudad de México, dejó en febrero los cuerpos decapitados de un hombre y una mujer en el suburbio occidental de Naucalpan, junto con una nota que decía: “La gente de esta plaza parece que no entienden que tiene dueño”.  

Algunos días después, un automóvil con una cabeza sobre el tablero y el resto del cadáver en el asiento de atrás fue abandonado en la misma zona.  

El nuevo grupo delictivo ha estado decapitando a los narcomenudistas locales que se niegan a unírsele, señaló Castillo. 

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