Pandillas hondureñas controlan hasta las escuelas

Pandillas hondureñas controlan hasta las escuelas

TEGUCIGALPA, Honduras. AP. En muchas de las escuelas de esta capital centroamericana, la palabra “pasillo” se utiliza para designar al grupo de pandilleros que le pide dinero a los maestros en camino hacia las aulas. Aquí, el que no paga, no enseña.

La unidad de prevención y resistencia a las pandillas de la policía distribuye manuales sobre gestión de la ira y buenos modales editados y financiados por EEUU escuelas públicas de Tegucigalpa.

Las pandillas mueven catálogos que ofrecen servicios sexuales de las alumnas. Ni siquiera puede decirse que las pandillas recluten en las escuelas porque no necesitan hacerlo.

En Honduras, las oportunidades son cada vez más escasas y cada vez son más los niños que optan por ingresar, voluntariamente, a la Mara Salvatrucha, al Barrio 18 o a las recién creadas “Los Chirizos” o “El Combo”. De hecho, hay más niños dispuestos a incorporarse a las pandillas que lo que ellas puedan o quieran absorber. Lo que está fuera de toda duda es que de la misma manera que controlan casi todos los barrios de Tegucigalpa, las pandillas controlan casi todas las escuelas públicas.

Los pandilleros son alumnos y los alumnos son pandilleros. Las pandillas marcan su territorio con “placazos”, grafitis que sólo los iniciados entienden, y siguen de cerca los movimientos de la policía que, a su vez, también trata de seguirles de cerca.

Cuando el gobierno decide enviar al ejército a controlar una zona o los alrededores de una escuela, los pandilleros que la controlan bajan de perfil, pero no por mucho tiempo porque sus competidores tratarán de hacerse con el control del lugar desatando una nueva ola de violencia.

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