Pandillas siembran terror y violencia en Los Angeles

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LOS ANGELES (AP).- Una adolescente de 14 años fue asesinada por miembros de una pandilla hispana que según la policía estaban a la caza de personas de raza negra. Una niña de nueve años murió alcanzada por una bala perdida durante un tiroteo entre dos bandas cerca de su hogar.

Los hechos de violencia pandillera se suceden uno tras otro y tanto la policía como los políticos prometen uno de los operativos más duros jamás lanzados en esta ciudad contra esas bandas.

«Iremos por ellos con todo lo que tenemos. Los sacaremos de circulación’’, declaró el alcalde angelino Antonio Villaraigosa a mediados de enero.

«Este es un monstruo que aviva los miedos de la gente’’, expresó el subjefe de la policía Charles Beck, quien supervisa el distrito sur de Los Angeles, donde los crímenes relacionados con las pandillas aumentaron en un 24% en el último año.

Sin embargo, el esfuerzo ha sido recibido con escepticismo en la ciudad, en la que se estima operan 700 pandillas con 40.000 miembros _cerca de cuatro por cada agente de policía_, entre ellas algunas de las pandillas más notorias, como a los Crips, los Bloods y la Mara Salvatrucha, o MS-13.

El fenómeno de las pandillas «es demasiado grande, está demasiado arraigado e íntimamente ligado a los asentamientos urbanos en esta zona’’, expresó el experto en pandillas de la Universidad del Sur de California, Malcolm Klein. «Puedes reducirlo. Pero la idea de que de algún modo puedes eliminarlo es ridícula’’.

Las pandillas han prosperado en Los Angeles por generaciones, pero el año anterior, especialmente violento, tomó desprevenido a la policía. Las tasas de criminalidad en toda la ciudad cayeron en el 2006, pero los delitos relacionados con pandillas subieron un 14%. Fue el primer aumento en cuatro años. En el Valle de San Fernando, el índice de asesinatos relacionados con pandillas, ataques, asaltos y otros crímenes aumentó un 42%.

El alcalde de Los Angeles Antonio Villaraigosa solicitó al secretario de Justicia Alberto Gonzales millones de dólares para combatir a las pandillas, así como más fiscales federales para que juzguen a los pandilleros usando leyes que en el pasado se empleaban más que nada con la mafia.

El director del FBI Robert Mueller asignó a varios agentes a una unidad especial para combatir a las pandillas en el valle de San Fernando, junto con agentes policiales que tendrán funciones de agentes federales.

Las autoridades prometen aumentar la vigilancia de los barrios afectados por la violencia pandillera. Los agentes tendrán la facultad de impedir que los pandilleros se concentren en determinadas zonas y podrán pedir el cierre de locales donde se cree se reúnen. También podrán pedir que se le prohíba a un pandillero que sale de la cárcel regresar a su viejo barrio.

Esta campaña se asemeja un poco a otra llevada a cabo en Boston en la década del 90, que redujo significativamente los índices de asesinatos y violencia armada.

Los esfuerzos de este tipo, sin embargo, no siempre fueron exitosos en Los Angeles.

«Ya vimos esta película en el pasado’’, declaró Mario Corona, ex miembro de una pandilla que ahora trabaja en la rehabilitación de pandilleros.

La municipalidad nunca tuvo los recursos necesarios y con frecuencia cambian las prioridades, según un informe elaborado por la abogada Connie Rice a pedido de las autoridades.

En los años 80 hubo que desmantelar una unidad antipandillera conocida como CRASH (Recursos Comunitarios contra los Matones Callejeros) luego de que surgieron denuncias de corrupción policial. Muy pocos pandilleros fueron llevados a juicio en esa época.

Los habitantes de la zona piden una mayor presencia policial al tiempo que tratan de evitar quedar en medio de una balacera.

Esteban Martínez, de 41 años, dice que por la noche se escuchan disparos en el valle de San Fernando, donde vive con su esposa y cuatro hijos.

«Todos tienen miedo, pero nadie habla (con la policía) porque temen meterse en problemas con los pandilleros’’, expresó Martínez. «Tengo que velar por mi familia’’, agregó.

Hace pocas semanas, un agente policial que buscaba a un pandillero en una vivienda recibió un balazo en una pierna, disparado por alguien a través de la puerta de una habitación.

Nada causa más ira que la matanza de niños. En diciembre, Charupha Wongwisetsiri, de nueve años, recibió una bala perdida mientras se encontraba en la cocina de su casa en el barrio Angelino Heights.

Cinco días antes había muerto de un balazo Cheryl Green, una niña de raza negra de 14 años, herida cuando hablaba con amigas en Harbor Gateway. La policía detuvo a dos pandilleros hispanos que, según dijo, buscaban matar a gente de raza negra.

Alex Sánchez, ex pandillero de la MS-13 que ahora dirige un programa para combatir a las pandillas, opinó que las medidas más recientes podrían causar un alza en la violencia.

«Alimenta el ego de los pandilleros. Todos van a querer estar entre los diez más buscados’’, manifestó.

Otros dicen que no habrá mejorías si no hay mayor acceso a empleos y educación.

«Mientras no les demos a los pandilleros trabajos reales, va a persistir este problema letal, así de simple’’, afirmó Jorja Leap, profesora de bienestar social y experta en pandillas de la Universidad de California en Los Angeles, quien asesora al alcalde.

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