Pánico se apodera de asiáticos por las radiaciones de accidente Japón

Pánico se apodera de asiáticos por las radiaciones de accidente Japón

HONG KONG.  AFP. Las autoridades sanitarias asiáticas intentaban ayer calmar el pánico de los habitantes de las costas pacíficas del continente, donde los medicamentos que supuestamente protegen contra las consecuencias de las radiaciones comienzan a escasear a causa de la crisis nuclear en Japón.

La incertidumbre generada por la central de Fukushima 1, donde siguen ocurriendo accidentes desde el violento sismo seguido de tsunami del viernes, han provocado angustia en algunos países donde los habitantes ya se preparan para lo peor.

Las existencias de las empresas estadounidenses que producen yoduro de potasio, utilizado en la prevención de una irradiación, disminuyen rápidamente. La gente acude a las farmacias de la costa oeste de Estados Unidos para tratar de adquirir ese producto.

El yoduro de potasio es utilizado para saturar la tiroides y bloquear la ingestión de yodina radiactiva, una substancia altamente cancerígena que puede emanar de una central nuclear al producirse un accidente.

«Hemos recibido numerosos pedidos. Trabajamos lo más rápido que podemos para cumplir», indicó la firma NukePills.com, cuya provisión de comprimidos se agotó.

Anbex, otro productor, también indicó que sus existencias se habían agotado y sólo será reabastecido a mediados de abril.   Una caja de 14 comprimidos se vendía a 540 dólares en subastas en el sitio de ventas eBay.

Y los debates en Twitter y otros foros sociales sobre internet han tomado tal magnitud que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que manifestarse pidiendo calma.

Enfermedades 

PARÍS. AFP. Las radiaciones nucleares pueden provocar enfermedades de gravedad diversa según el grado de exposición, como cataratas, hemorragias, cáncer o problemas cardiovasculares o inmunitarios.   En fuertes dosis, existe una relación directa entre la cantidad de radiaciones recibidas y la patología inducida.

Las radiaciones brutales, como las provocadas por la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, pueden generar enfermedades durante décadas.   Los efectos biológicos varían también según la naturaleza de las radiaciones y los órganos alcanzados (ovarios o testículos son considerados 20 veces más sensibles que la piel) para el cáncer, o según su vía de absorción (oral o cutánea) y la susceptibilidad individual (capacidad a reparar su ADN).  

En Japón, nubes invisibles llevando elementos radiactivos (yodo, cesium) son lanzadas por la central nuclear dañada y se mueven en función de la meteoreología y los vientos.   Para la población, expuesta a una contaminación por tales emisiones radioactivas, el principal riesgo es el de desarrollar un cáncer (leucemia, pulmón, colon…) con «un riesgo proporcional a la dosis recibida», subrayó el profesor Patrick Gourmelon, director de la radioprotección humana en el Instituto francés de Radioprotección y Seguridad nuclear (IRSN).   En Japón, como medida preventiva se han repartido 200.000 dosis de yodo en los centros que acogen a los evacuados por el accidente nuclear en la central de Fukushima, al noreste de Tokio.  

Las cápsulas de yodo, que por ahora no han sido administradas a la población, ayudan a saturar la tiroides y evitan así que esa glándula absorba yodo contaminado de radiactividad, si se produce un escape de ese elemento en la planta nuclear.   El cáncer de tiroides fue frecuente entre las personas que fueron expuestas a la radiación tras el accidente de Chernobyl, en Ucrania en 1986.   Las distribuciones de dosis de yodo buscan frenar el cáncer de tiroides.

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