Hace unos seis u ocho meses, varios amigos de distintas corrientes me despertaron el interés de trabajar a favor de una candidatura a la rectoría de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD.
Nutrido por los ejemplos de destacados exponentes del análisis coyuntural de la política nacional y mundial, les dije que me permitieran ahondar en los perfiles de los potenciales candidatos para humildemente, ver hacia dónde encaminaba mis pasos.
Además, quería ver a rasgos generales la valoración de los tres estamentos que conforman la estructura de la UASD, tales como son las áreas profesorales, administrativas y estudiantiles.
Obviamente, mi decisión partía de ubicar muestras fehacientes para tener una aproximación no pasional del contexto universitario.
Por ejemplo, cada vez que cubría una graduación uasdiana, me empeñaba en escuchar la visión de los miembros del Consejo Universitario a fin de estar consciente hacia dónde se irían sus opiniones electorales.
De igual modo, en las nueve facultades de la sede central y los recintos, centros y sub centros, exploraba los potenciales movimientos en pos de los que en esos momentos ya empezaban a activarse.
Por de pronto, debo asegurar que la maestra Emma Polanco en esos momentos estaba corriendo sin competencia.
Al avanzar el tiempo, y oyendo desde donde vienen os ruidos, ya la pava no pone donde ponía y las cosas, parece que dieron un giro de 189 grados.
Atendiendo a lo que oigo y veo en las instancias uasdianas, creo que las simpatías se mudan poco a poco y se están inclinando hacia otros senderos.
Parecería que se ha desgastado y de que ya será difícil ser la venidera rectora porque otros candidatos les están comiendo los caramelos.
¿Por qué digo esto?
Sencillamente, los también talentosos y trabajadores catedráticos Editrudis Beltrán, Rafael Nino Féliz, Francisco Vegazo Ramírez y otros, están tirados en las calles.
¿Qué ha pasado en ese sentido?
De eso hablaré en una próxima entrega, si las circunstancias así me lo permiten.