Hemos visto cómo, de repente, se ha apagado el fervor inicial con que meses atrás se empezó a promover la posible candidatura del doctor Leonel Fernández Reyna.

De cara a las elecciones presidenciales del 2012, el actual Presidente de la República luce indefinido. Y esto, por supuesto, preocupa a muchos interesados.

La gente muy allegada a él urge de una definición clara. Lo mismo ocurre con los partidos pequeños que hasta ahora con éxito garantizado le han acompañado en las últimas elecciones.

¿Y qué decir de los dirigentes que en el mismo Partido de la Liberación Dominicana (PLD) están deseosos de tener el camino limpio para buscar la posición?

El tiempo cuenta. Y esto está haciendo que la caldera aumente cada vez más.

A menos que el doctor Fernández tenga una carta clave bajo la manga, su partido y su gente bordean ya una desventaja que va en aumento.

La decisión ahora no es fácil. Leonel no es el mismo de hace apenas dos años.

Increíblemente su magia se esfuma.

Su Gobierno está vapuleado por los escándalos de corrupción, la inseguridad nacional, los préstamos desbordados, la insatisfacción social, los apagones, la prepotencia de algunos allegados, entre otras cosas.

Lo otro es que, a pesar de su gran liderazgo, hay un frente muy fuerte que no está dispuesto a permitir que se toque una vez más la Constitución de la República para posibilitar su aspiración.

Es evidente el disgusto y situación difícil del llamado Bloque Progresista. Los seguidores de estos 13 partidos minoritarios no están satisfechos con el trato del Presidente Fernández, único vínculo real dentro del PLD.

 Si logra una buena unificación de decisiones y criterios, el Partido Revolucionario Dominicano-PRD-se encuentra en una coyuntura que bien podrían aprovechar sus dirigentes.