Panteón Nacional, detalles ornamentales únicos de un mausoleo

Panteón Nacional, detalles ornamentales únicos de un mausoleo

Las edificaciones monumentales del período colonial fueron levantadas con piedras de sillar y ladrillos, reforzados con enormes contrafuertes. Una de ellas, con esa estructura severa, maciza y sólida es el antiguo templo de los jesuitas, convertido ahora en el Panteón Nacional, destinado para los sepulcros de los más grandes forjadores de nuestra historia.

Este monumento comenzó a erigirse en 1714 y se abrió a la feligresía, aún sin terminar el exterior, entre los años 1743 y 1745. Dos siglos más tarde, en mayo de 1938, se le construyó en la parte del frente una acera también de piedra, pero desde 1956 hasta 1961 fue remodelado y adaptado a nuevos propósitos del Gobierno dominicano por el arquitecto español Javier Barroso, quien le hizo varios agregados.

Sin embargo, todavía conserva interesantes y curiosas ornamentaciones, algunas poco apreciadas por los visitantes nuestros y turistas.

Entre esos detalles, está el hecho de que es el único monumento colonial que en su fachada ha tenido tres blasones labrados en roca. El primero fue el de la Compañía de Jesús. El segundo fue la heráldica real de España, la cual se grabó en el mismo sitio después de que los jesuitas fueron arrojados del país, y el tercero es el actual (indebido al estar en un mausoleo) que es el enorme escudo de la República Dominicana.

Así, en el mismo frontispicio, también es el único que en el remate de las cornisas existentes, en las altas columnas cuadradas, tiene dos estatuas en piedra, una de San Ignacio de Loyola y la otra de San Francisco Javier, obras esculpidas por el cantero español Alonso González cuando se restauró y se modificó su estructura; por igual, allí tiene un campanario sin uso individual al tener una verja de hierro que le cierra la ventana.

De la misma manera, cruzando el pequeño oratorio de atrás, se llega al patio, donde se descubren dos curiosidades. Una es lo que aparenta ser una pila bautismal, pero que más bien parece una fuente tallada, toda en un sólo bloque de roca, y la otra es la que se observa con fecha de 1748, labrada en una estratégica esquina de la misma, año en el cual ya la iglesia estaba terminada.

Igualmente, en las aristas formadas por los extremos existentes al final del lado este, se aprecian unos curiosos balconcillos semicirculares que abarcan dos paredes unidas en sentido contrario, por donde se cruza a las habitaciones de la parte alta, comprendida entre ambos muros de un amplio arco de la capilla más grande.

Subir al segundo nivel de las capillas permite observar lo interesante de varios apartamentos. Estos son los ventanales cubiertos por un enrejado moderno, los cuales están confeccionados de un enmarañado enredo de cruces latinas vistas por muchas personas como esvásticas, debido a que en 1955 fueron donadas por el gobierno alemán, las cuales en Alemania engalanaron una prisión nazi.

A los lados del ventanal del fondo se alzan pilastras de distintas elevaciones con topes de bronce arrimadas a la pared, soportando unas esculturas que semejan severos arcángeles guardianes.

En el punto más elevado del crucero hay una amplia cúpula semiesférica sobre tambor, de la cual se suspende una lámpara de araña de bronce con luces eléctricas, adornada con figuras de las sacerdotisas que mantenían noche y día el fuego sagrado sobre el altar de Vesta, y en el sitio más inferior ésta finaliza en una cruz doble o de cuatro brazos que aguantan el fulgor señalando los puntos cardinales.

En las modificadas capillas laterales están las cámaras mortuorias de nuestros grandes personajes.

Además, la bóveda de cañón tiene el precioso mural del pintor español Rafael Pellicer, que representa la ascensión al cielo y el juicio final.

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