Ciudad del Vaticano, (AFP).- El papa Benedicto XVI alentó hoy a México a seguir luchando contra «la violencia, el narcotráfico, las desigualdades y la pobreza», al recibir en el Vaticano al nuevo embajador de ese país ante la Santa Sede.
«Merece la pena destacar la atención y el empeño con que las autoridades de vuestra Patria están encarando cuestiones tan graves como la violencia, el narcotráfico, las desigualdades y la pobreza, que son campo abonado para la delincuencia», afirmó el Papa en el discurso pronunciado con ocasión de la presentación de las cartas credenciales del embajador Héctor Federico Ling Altamirano.
«Muchos son los pasos que desde diversas instancias de vuestra Nación se están dando para fomentar un orden social más justo y solidario y superar las contrariedades que continúan atenazando al país», reconoció Benedicto XVI.
«Es bien sabido que para una solución eficaz y duradera de esos problemas no son suficientes medidas técnicas o de seguridad», recuerda el jefe de la iglesia católica en el discurso divulgado por la oficina de prensa de la Santa Sede.
El gobierno de Felipe Calderón, de Acción Nacional (PAN, conservador), lanzó una campaña contra el narcotráfico, en la que participan más de 36.000 militares y que ha sido aplaudida por Estados Unidos.
La ofensiva contra los cárteles de la droga fue decidida debido a las disputas internas por el control del mercado local y el trasiego hacia Estados Unidos que han dejado más de 7.300 muertos desde 2008.
«Se requiere una anchura de miras», sostiene el Papa que pide a las autoridades mexicanas que «propicien una necesaria renovación moral, la educación de las conciencias y la construcción de una verdadera cultura de la vida», dijo.
El Papa felicitó a México por haber eliminado en el 2005 la pena capital y aseguró que pide en sus oraciones para que sus gentes «afronten con valentía, decisión y unidad las vicisitudes del momento presente».
Benedicto XVI mencionó también los actos conmemorativos organizados en Ciudad de México con ocasión de los quince años del histórico restablecimiento en 1991 de las relaciones entre México y el Vaticano tras 134 años de ruptura.
«La libertad religiosa no es un derecho más, ni tampoco un privilegio que la Iglesia católica reclama. Es la roca firme donde los derechos humanos se asientan sólidamente, ya que dicha libertad manifiesta de modo particular la dimensión trascendente de la persona humana y la absoluta inviolabilidad de su dignidad», aseguró el pontífice.