CIUDAD DE PANAMÁ. El papa Francisco ha buscado inspirar a los jóvenes, a los prisioneros, a los políticos y a los obispos panameños. El sábado centrará su atención en los sacerdotes y las monjas durante su visita a Centroamérica.
Francisco oficiará una misa en la catedral de Santa María La Antigua, en el sector conocido como Panamá Viejo, con los religiosos del país. Después presidirá la última vigilia previa a la misa de cierre de la Jornada Mundial de la Juventud
El viernes, Francisco llevó la JMJ a los delincuentes juveniles, con una emotiva liturgia de la penitencia dentro del principal reclusorio juvenil del país, dado que los internos no podrían participar en el gran festival de fe católica en el exterior.
Fiel a su creencia de que nadie debería ser privado de la misericordia de Dios, Francisco también escuchó las confesiones de cinco presidiarios del centro de detención de Las Garzas de Pacora. Uno de ellos lloró inconsolablemente tras su confesión.
“No hay palabras para describir la libertad que siento en estos momentos», dijo uno de los internos, Luis Óscar Martínez, al sumo pontífice al inicio del servicio religioso dentro de las instalaciones carcelarias situadas en las afueras de la Ciudad de Panamá.
Fue un emotivo momento en la gira de cuatro días de Francisco por Panamá, y una muestra tangible de su creencia de que los prisioneros merecen el mismo trato digno que cualquier otra persona, así como esperanza.
En su homilía, Francisco lamentó que la sociedad tienda a etiquetar a la gente como buena y mala, como justos y pecadores, cuando debería usar el tiempo para crear oportunidades para que cambien.