Papa decide mano dura contra pedofilia y celebra primer juicio en el Vaticano

Papa decide mano dura contra pedofilia y celebra primer juicio en el Vaticano

Papa Francisco. Archivo

CIUDAD DEL VATICANO.  El papa Francisco comenzó a cumplir su promesa de no dejar que incluso los jerarcas más altos de la Iglesia Católica evadan sus responsabilidades en casos de abusos sexuales o encubrimiento.

El lunes, el pontífice aceptó la renuncia del asediado arzobispo de St. Paul y Minneapolis, así como de su obispo adjunto, después que la fiscalía local acusara a la arquidiócesis de no haber protegido a menores de edad de daños indecibles por parte de un sacerdote pederasta que más tarde fue declarado culpable de abusar sexualmente de dos niños.

Por otra parte, el Vaticano acusó a su propio exnuncio en República Dominicana de abusar sexualmente de menores de edad en el país caribeño. Se trató del jerarca del Vaticano de mayor rango en ser juzgado por un delito sexual.

Los acontecimientos ocurrieron días después de que Francisco aprobó la creación de un nuevo tribunal en el Vaticano que trabaje específicamente con casos de obispos acusados de no haber protegido a los menores.

Se trató de una respuesta a varios años de críticas de que los jerarcas eclesiásticos eran inmunes desde hacía mucho tiempo a castigos, por minimizar o encubrir a sacerdotes que violan y abusan de los niños.

No está claro si el tribunal —una vez que empiece a funcionar— manejará los casos del arzobispo John Nienstedt y del obispo auxiliar Lee Anthony Piche, pues ya no están en funciones. Ambos renunciaron según el código de la ley canónica, que permite a los obispos renunciar antes de jubilarse, ya sea por enfermedad o algún otro motivo “grave” que les haga inadecuados para el cargo.

La fiscalía acusó este mes a la arquidiócesis de St. Paul y Minneapolis, en calidad de corporación, de haber “vuelto la espalda” a los reiterados informes sobre el comportamiento inapropiado de un sacerdote, quien luego fue condenado por abusar de dos niños.

La acusación no mencionó a ninguna persona en particular. Las acusaciones llegaron dos años después que Jennifer Haselberger, una empleada de la diócesis convertida en denunciante, alegó que hubo un encubrimiento generalizado de conductas sexuales inapropiadas del clero de la arquidiócesis.

Afirmó que tanto los arzobispos como sus asistentes principales mintieron a la gente e ignoraron la promesa de los obispos estadounidenses de no tolerar a los sacerdotes pederastas. Haselberger, quien era archivista de Nienstedt, acusó a la Iglesia de recurrir a un sistema caótico de mantenimiento de registros para ayudar a ocultar los antecedentes de sacerdotes culpables, quienes permanecieron en sus asignaciones.

Ella dijo que le advirtió repetidamente a Nienstedt y sus ayudantes sobre el riesgo de mantener en el ministerio a los sacerdotes acusados, pero que solo tomaron medidas en un caso. Como resultado del aumento de las alarmas, ella dijo que fue finalmente excluida de las reuniones sobre la mala conducta de los sacerdotes y posteriormente renunció.

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