CIUDAD DEL VATICANO (AFP) – El papa Benedicto XVI denunció el sábado las «persecuciones» sufridas por los cristianos en el mundo, después de que saliera a la luz que la Santa Sede intervino en defensa de un afgano amenazado con la pena de muerte en su país por haberse convertido a esta religión.

   En ocasión de la oración del Angelus que recitó desde la ventana de su oficina en el Vaticano, el pontífice expresó su «verdadera solidaridad» hacia los cristianos a quienes se les impide practicar su religión.

   Sus palabras se hicieron escuchar en un momento en que la Santa Sede intenta persuadir a los países occidentales para que defiendan el principio de «reciprocidad» en materia de libertad religiosa a la hora de negociar con el mundo musulmán.

   La Iglesia católica «está al lado de todos los cristianos que sufren persecuciones debido a su fe», declaró el Papa, quien se refirió en particular «al sacrificio de aquéllos que han sido asesinados».

   El Vaticano informó el sábado que Benedicto XVI intervino ante el presidente afgano, Hamid Karzai, para reclamar la gracia de Abdul Rahman, amenazado con la pena de muerte por haberse convertido al cristianismo.

   La misiva, suscrita en nombre del Papa por su secretario de Estado, Angelo Sodano, y fechada el 22 de marzo, instaba «al respeto de la libertad de conciencia y de religión».

   Rahman, que abjuró del islam para adoptar la fe cristiana, se enfrentaba a una condena a muerte bajo la sharia (ley islámica), en vigor en Afganistán.

   El caso de este afgano de 41 años suscitó fuertes presiones ejercidas por los países occidentales sobre las autoridades de Kabul.

   Benedicto XVI se refirió el domingo a «las comunidades que viven en países donde o bien no existe la libertad religiosa o, si existe, está sometida a múltiples restricciones».

   Animó a estas personas a «perseverar gracias a la paciencia y a la caridad de Cristo» y reiteró su «verdadera solidaridad en nombre de toda la Iglesia».

   El breve discurso del pontífice no hizo referencia a ningún país en particular.

   Durante el consistorio convocado por el papa el viernes para nombrar a 15 nuevos cardenales, una plegaria pronunciada en chino incluyó también una mención a «todos aquellos que todavía sufren a causa de su fe cristiana».

   Entre los nuevos cardenales, figura el arzobispo de Hong Kong, Joseph Zen Ze-kiun, crítico voraz de la política religiosa practicada por las autoridades de Pekín.

   En un mensaje dirigido a los católicos chinos difundido el sábado por la Radio del Vaticano, monseñor Zen Ze-kiun declaró que el color rojo de los hábitos de los cardenales evocaba «la sangre y las lágrimas de numerosos héroes sin nombre (…) que han sufrido para ser fieles a la Iglesia».

   El tono del Vaticano parece haberse endurecido respecto a las relaciones con el mundo musulmán, cuestión que fue abordada el jueves a puerta cerrada entre los cardenales reunidos bajo la presidencia de Benedicto XVI.

   En los últimos meses, la Santa Sede ha reiterado su preocupación por la ausencia de libertad religiosa en varios países musulmanes.

   En ese sentido, el cardenal Sodano afirmó el pasado 20 de febrero que espera que los dirigentes europeos defiendan «la reciprocidad» en materia religiosa durante sus «negociaciones y viajes a los países musulmanes».