Papa desea la reconciliación entre los católicos

Papa desea la reconciliación entre los católicos

CIUDAD DEL VATICANO (AFP).- El Papa Benedicto XVI, que desea la reconciliación entre los católicos, recibirá el lunes a monseñor Bernard Fellay, líder espiritual del intransigente movimiento católico ultraconservador fundado por el arzobispo francés Marcel Lefebvre, excomulgado por la Iglesia hace 17 años.

   Fellay, de 48 años, superior general de la Fraternidad de San Pío X, fundada en 1969 en Econe (Suiza) por monseñor Lefebvre, excomulgado junto con los demás miembros del movimiento en 1988 por el fallecido Papa Juan Pablo II, será recibido en la residencia veraniega de los pontífices, en Castelgandolfo, a las afueras de Roma.

   Con la concesión de la audiencia, el jefe de la Iglesia católica demuestra su voluntad de apertura hacia de uno de los sectores católicos más tradicionalistas y dogmáticos del siglo XX.

   Anclada en el pasado y apelando a casi dos milenios de tradición, la Fraternidad de San Pío X mantiene un rechazo frontal a todo signo de apertura y renovación dentro de la Iglesia.

   Los «lefebvrianos», como suelen ser llamados, defienden la celebración de la misa en latín, rechazan las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II a mediados de los años 60 y siguen el misal de Pío V, del siglo XVI, en vez del de Pablo VI.

   El incumplimiento de las nuevas normas, así como la ordenación de cuatro obispos por parte del mismo Lefebvre (fallecido el 25 de marzo de 1991), desobedeciendo y a la vez poniendo en cuestión la autoridad del Papa, figuran entre las razones que lo llevaron a crear otra Iglesia, es decir al cisma o separación de la iglesia oficial en 1988, el primero desde 1870.

   En el 2000, con ocasión del Jubileo, Roma intentó abrir un «diálogo» para cerrar esa herida y se dice que Juan Pablo II saludó brevemente a Bernard Fellay al término de una misa privada como señal de acercamiento.

   El diálogo con los ultraconservadores se presenta de todos modos difícil, pues el Vaticano no piensa hacer muchas concesiones, mientras la Fraternidad pide que le suspendan la excomunión y poder seguir celebrando la misa en latín sin pedir autorización previa.

   La noticia de la reunión con el nuevo Papa alemán, programada en secreto, fue divulgada primero por Internet en las páginas de los ultraconservadores y confirmada luego en una carta por uno de los cuatro obispos de la comunidad, el británico Richard Williamson, quien se opone a todo compromiso con el Vaticano y posteriormente en un comunicado oficial.

   El Vaticano, como es su tradición, ni confirmó ni desmintió la información.

   Contactada por la AFP, la oficina del cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, desde hace años encargado de las relaciones con los lefebvristas, tampoco confirmó o negó su presencia en la reunión.

   El purpurado colombiano, encargado por el difunto Juan Pablo II de mantener el diálogo con los rebeldes tradicionalistas, fue el artífice del acuerdo en el 2002 de Campos, en Brasil, que autorizó la entrada de nuevo en la Iglesia oficial de la fraternidad lefebvrista brasileña, formada por unas 28.000 personas y liderada por el obispo Licinio Rangel.

   La Fraternidad, que cuenta con unos 460 sacerdotes repartidos en unos 50 países, tiene su mayor comunidad en América Latina, en particular Argentina, Chile, Colombia y República Dominicana. 

   El actual acercamiento entre las dos iglesias podría ser facilitado por la admiración que suele profesar Benedicto XVI por la liturgia tradicional en latín y por su oposición cuando era cardenal a gestos ecuménicos espectaculares y a los encuentros interreligiosos.

   Su elección al trono de Pedro, el pasado 19 de abril, fue bien recibida por los ultraconservadores, que la calificaron de «una luz de esperanza».

   Sin embargo, las recientes declaraciones públicas de Benedicto XVI a favor del ecumenismo y su deseo de fomentar el diálogo con judíos y musulmanes, como anunció en agosto en su primer viaje al exterior, a Alemania, podrían enfriar el clima.

   Sobre todo si se tiene en cuenta que algunos sectores dentro del movimiento de Lefebvre se oponen a todo contacto con el Vaticano y a reconocer que judíos y musulmanes tengan un mismo y único Dios.

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