ROMA. AP. El papa Francisco rechazó ayer la escolta presidencial para su primera visita estatal al presidente italiano en una nueva infracción al protocolo y seguridad, incluso mientras algunas voces manifiestan preocupación por su seguridad en su campaña reformista.
El sencillo Ford Focus de Francisco y el pequeño convoy del Vaticano llegaron discretamente al Palacio del Quirinal sin las sirenas que suelen acompañar a políticos y dignatarios extranjeros cuando transitan por el centro de Roma.
Una vez en el interior de lo que fue en el pasado residencia papal, Francisco caminó lentamente frente a la guardia de honor y después saludó al personal y sus hijos, en una nueva evidencia de la sencillez e informalidad del papa argentino “de las villas miseria”.
El desapego de Francisco a la pompa de su dignidad —incluso su aparato de seguridad— ha definido su papado hasta ahora. Pero su deseo de estar próximo a la grey y su propósito de luchar contra la corrupción en el Vaticano han planteado nuevos temores a su seguridad.