Papa: Iglesia sin fronteras de raza

Papa: Iglesia sin fronteras de raza

CIUDAD DEL VATICANO (EFE).- El Papa presidió esta noche en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual, y aseguró que la Iglesia es un gran pueblo sin fronteras de raza, lengua y cultura.

Juan Pablo II afirmó que esta noche es el alba del día que no acaba nunca, «el día de Cristo Resucitado, de la vida nueva».

«En esta noche santa se recorre el camino de la humanidad desde la creación hasta el acontecimiento culminante de la salvación, que es la muerte y resurrección de Cristo. En esa noche vislumbramos el alba del día que no se acaba, el día de Cristo Resucitado, que inaugura la vida nueva, un cielo nuevo y una tierra nueva», afirmó el Pontífice, que presentaba aspecto cansado, con la voz ronca en unos momentos y clara en otros.

El Pontífice presidió la ceremonia sentado en la silla de ruedas que utiliza desde hace más de un año y que por un mecanismo especial sube y baja según las necesidades del momento, facilitándole oficiar las misas permaneciendo casi sentado.

La Vigilia Pascual o «Lucernario» es uno de los ritos más antiguos de la liturgia y se celebra en esta noche que San Agustín llamó «madre de todas las vigilias», en alusión a la espera de la Resurrección del Hijo de Dios.

Comenzó en el atrio de la basílica, en medio del más hondo de los silencios, con la bendición del fuego nuevo y el encendido del cirio pascual, símbolo de Cristo, «Luz del Mundo».

Juan Pablo II realizó con un punzón una incisión sobre el cirio pascual, grabando una cruz y la cifra del año 2004, y pronunciaba en latín: «Christus heri et hodie, Principium et Finis, Alpha et Omega, ipsius sunt tempora et saecula. Ipsi gloria et imperium per universa aeternitatis saecula» (Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. A El pertenece el tiempo y los siglos, a El la gloria y el poder por los siglos de los siglos).

Después comenzó la procesión hacia el altar mayor, en medio de una total oscuridad en el templo, iluminado poco a poco con las velas de las miles de personas que lo abarrotaban, que fueron encendidas una a una con la llama procedente del Cirio Pascual.

Juan Pablo II hizo el recorrido sentado en la silla que fue colocada sobre una peana móvil empujada por personal vaticano.

Una vez llegado al altar se encendieron todas las luces, que dejaron al descubierto las maravillas que encierra la basílica, y comenzó el canto del Exultet, o pregón pascual, un recorrido sintético de la historia de la salvación.

Siguiendo una tradición de la Iglesia primitiva, en la que los catecúmenos (adultos que aspiran al bautismo) eran bautizados en la noche de la Vigilia Pascual, Juan Pablo II, revestido con ornamentos blancos, bautizó a siete catecúmenos adultos, procedentes de Italia, Togo y Japón.

Dirigiéndose a los nuevos bautizados, el Papa dijo que sus diferentes orígenes demuestran la universalidad de la llamada de la salvación.

«Gracias al Bautismo entráis a formar parte de la Iglesia, que es un gran pueblo en camino, sin frontera de razas, lenguas y culturas. Un pueblo llamado a la fe y destinado a ser bendición entre todas las naciones de la tierra. Permaneced fieles a Aquel que os ha elegido y entregad a El con generosa disponibilidad toda vuestra existencia», afirmó el Obispo de Roma.

Como es tradición, todos los presentes renovaron las promesas hechas en el bautismo y volvieron a renunciar a Satanás y a todas sus obras. El Papa animó a los cristianos a confirmar «la plena docilidad y la total entrega al servicio del Evangelio».

Las lecturas y salmos de la ceremonia fueron hechos en seis idiomas: español, latín, italiano, francés, alemán e inglés.

Junto al Papa concelebraron 24 cardenales y decenas de obispos. Un centenar de sacerdotes repartió la comunión.

Juan Pablo II oficiará mañana en la plaza de San Pedro la misa solemne del Domingo de Resurrección y después leerá el esperado Mensaje Pascual e impartirá la bendición Urbi et Orbi en más de medio centenar de idiomas.

Un total de 81 televisiones de 52 países transmitirán la ceremonia. La plaza vaticana ya ha sido adornada con miles de tulipanes, violetas, lirios y otras bellas flores y arboles procedentes de Holanda.

Un fuerte, pero discreto, dispositivo de seguridad ha sido puesto en marcha por las autoridades italianas ante el Vaticano y los lugares de culto de Roma ante el temor de atentados terroristas.

El mensaje Pascual pondrá fin a los ritos de la Semana Santa.

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