Papa imparte bendición del Angelus

Papa imparte bendición del Angelus

ROMA (AFP).- El papa Juan Pablo II impartió ayer la bendición del Angelus desde una ventana del hospital romano Gemelli donde se encuentra internado desde el martes por una crisis respiratoria y bendijo a los católicos, pese a su precaria salud.

   El pontífice impartió con voz débil y casi inaudible la bendición del Angelus desde la ventana abierta de su habitación en el décimo piso pese al frío que azota a la capital italiana.

   Se trataba de la primera aparición pública del pontífice, de 84 años, debilitado por la enfermedad de Parkinson, desde que sus condiciones se agravaron por las complicaciones de una gripe.

   La aparición duró unos pocos minutos y tranquilizó a los creyentes de todo el mundo preocupados por sus delicadas condiciones de salud.

   El Vaticano tuvo que desmentir pocas horas después que el Papa hubiera grabado previamente, por problemas de locución, la bendición impartida en directo por televisión.

   «No tienen sentido las versiones que sostienen que fueron grabadas precedentemente las palabras transmitidas en ese momento», aseguró el portavoz del Papa, Joaquín Navarro Valls.

   El Papa comenzó la fórmula de la bendición con una voz ronca y débil, sofocada enseguida por un ronquido, según se percibió en directo por televisión.

   Tras un salto de sonido que parecía ser un problema técnico, el tono de las palabras del pontífice mejoró. Para varios técnicos de sonido, periodistas y expertos en transmisiones de televisión que seguían el evento, la voz parecía reemplazada por una grabación hecha precedentemente, lo que obligó al Vaticano a desmentir la versión.

   En un mensaje dirigido a los católicos y leído antes por su colaborador, el sustituto de la Secretaría de Estado, el argentino Leonardo Sandri, Juan Pablo II aseguró que sigue sirviendo a la Iglesia y a toda la humanidad desde su lecho del hospital.

   «Aún en el hospital, en medio de los enfermos a los que transmito mi afecto, continúo sirviendo a la Iglesia y a la humanidad entera», afirmó en el mensaje difundido antes del Angelus.

   «Me dirijo hoy a ustedes desde la Policlínica Agostino Gemelli, donde me encuentro y donde me asisten con afectuosa atención tanto los médicos, como las enfermeras y el personal sanitario, a los que agradezco de todo corazón», señaló.

   En el mensaje, el pontífice agradeció también a todos aquellos que han manifestado su solidaridad tras su hospitalización de urgencia decidida el martes por la noche luego de una crisis respiratoria aguda.

   No era la primera vez que el Papa impartía la bendición desde la ventana del hospital romano.

   El 17 de mayo de 1981, pocos días después del atentado perpetrado por Ali Agca que lo dejó gravemente herido, el Papa dio la bendición desde su lecho de enfermo, suscitando sorpresa en el todo mundo, que veía por primera vez en la historia a un pontífice en su cama.

   La última ocasión fue en 1996 desde el mismo nosocomio, tras una operación de apéndice.

   No obstante la voz débil, los católicos aplaudieron y se emocionaron por la aparición del Papa, en particular los varios grupos de latinoamericanos presentes en la plaza de San Pedro.

   «¡Es muy emocionante estar aquí!», afirmó la guatemalteca Susana Caal, de unos 40 años, quien se encuentra en Roma junto con varios chilenos, centroamericanos y españoles para participar en un curso de los dominicanos de la Anunziata.

   «Queremos estar cerca del Pontífice con nuestras oraciones. Queremos que se sienta querido y apoyado. Darle ánimo», dijo.

   Para el cardenal italiano Camillo Ruini, vicario del Papa, «fue un momento muy intenso», ver al Santo Padre mejorado.

   Las imágenes del pontífice fueron transmitidas por cuatro pantallas gigantes instaladas en la Plaza de San Pedro, y en directo a cientos de países.

   «No podíamos irnos de Roma sin recibir la bendición del Papa», aseguró una joven argentina, María Fabiani, de 20 años, quien está segura de que el Sumo Pontífice «está mejorando y es consciente de todo».

    «Tanta debilidad me emocionó. Me pareció ver a Cristo crucificado», comentó por su parte Pasquale Ciuffreda, un abogado italiano de 50 años.

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