Papa impone Palio arzobispo Santiago

Papa impone Palio arzobispo Santiago

CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa impuso ayer en el Vaticano el Palio -símbolo de comunión con el Obispo de Roma- al arzobispo de Santiago de los Caballeros, monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio y a otros 43 arzobispos de todo el mundo, entre ellos 13 iberoamericanos, en una ceremonia en la que les pidió que «nada nos frene» en el camino hacia la unidad de los cristianos.

Además de De la Rosa y Carpio, los arzobispos que recibieron el Palio son José Luis Chávez Botello, de Antequera (Oaxaca, México), y los peruanos Juan Antonio Ugarte Pérez, de Cuzco, y José Paulino Ríos Reynbosos, de Arequipa.

Los otros arzobispos fueron los brasileños Matías Patricio de Macedo, de Natal; Joao Braz de Aviz, de Brasilia; Walmor Oliveira de Azevedo, de Belo Horizonte; Raymundo Damasceno Assis, de Aparecida; Luis Mancilha Vilela, de Vitoria; Aldo di Cillo Pagotto, de Paraiba; Moacyr José Vitti, de Curitiba; Bruno Gamberini, de Campinas, y Milton Antonio Dos Santos, de Cuibas.

Otros ocho arzobispos, entre ellos el de Barcelona (España), Lluis Martínez Sistacha recibirán el palio en sus respectivas archidiócesis.

El Palio es una faja de lana blanca, de entre cuatro y seis centímetros de ancho, con seis cruces de seda negra bordadas longitudinalmente.

Están confeccionados con la lana de dos corderos blancos que tradicionalmente eran bendecidos en la basílica romana de Santa Inés en Nomentana el 21 de enero de cada año, la festividad de la santa.

Este año la bendición se realizó en el Aula Pablo VI del Vaticano, ante varios miles de personas.

Los dos corderos fueron llevados ante el Papa en sendas cestas de mimbre decoradas con flores. En sus cabezas lucían coronas de flores blancas.

Los dos animales, ofrecidos por el cabildo de la basílica de San Juan de Letrán siguiendo una antigua tradición, fueron más tarde entregados a las monjas benedictinas de Santa Cecilia, que se encargan de esquilarlos y confeccionar los palios.

Al principio era un signo litúrgico exclusivo de los papas, aunque más tarde éstos lo concedieron a los obispos que habían recibido de Roma una especial jurisdicción.

El primer Papa que lo concedió fue Simmaco, en el año 513 y lo impuso a Cesario, obispo de Arles (Francia).

Desde entonces se extendió esta imposición a los arzobispos metropolitanos.

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