CIUDAD DEL VATICANO (AFP).- El Papa Juan Pablo II invitó este martes a Estados Unidos a trabajar a favor de «la cooperación internacional y de la solidaridad al servicio de la paz» en el curso de una audiencia concedida en el Vaticano a Dick Cheney, el vicepresidente estadounidense.

«Los invito, a ustedes y todos sus compatriotas, en su país y al exterior, a trabajar para reforzar la cooperación internacional y la solidaridad al servicio de la paz, que es la aspiración más profunda de todos los hombres y mujeres», afirmó el sumo pontífice.

«El pueblo norteamericano defiende desde siempre valores fundamentales como la libertad, la justicia y la igualdad. En un mundo afectado por los conflictos, la injusticia y las divisiones, la familia humana debe promover esos valores en la búsqueda de la unidad, la paz y el respeto de la dignidad de cada uno», agregó Juan Pablo II.

El Papa agradeció a Cheney los «amistosos saludos» enviados por el presidente George W. Bush y bendijo al «pueblo norteamericano».

Después del encuentro, que duró unos quince minutos, Cheney fue recibido por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano, y el por el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, monseñor Giovanni Lajolo.

Durante el encuentro, celebrado en la biblioteca privada del palacio apostólico, el Papa y Cheney examinaron la actual situación política internacional, entre ellos el espinoso tema de la guerra en Irak, que enfrentó a la jerarquía de la Iglesia Católica con los líderes estadounidenses.

«Se abordó con particular atención el proceso de paz en Medio Oriente y el desarrollo de la situación en Irak», informó en un comunicado la Santa Sede.

Cheney, que llegó el sábado a Italia proveniente de Davos (Suiza), en donde pidió a Europa mayor cooperación con la guerra en Irak, intenta con la visita restablecer un diálogo sereno con la Santa Sede, iniciado en junio del 2003 por el Secretario de Estado estadounidense Colin Powell.

El vicepresidente de Estados Unidos le regaló al pontífice una pequeña paloma de cristal, símbolo de paz, mientras el Papa le dio un cofre de medallas de plata dedicadas al rosario.

El dirigente americano le presentó luego a su esposa Lynne, su hija Liz y a los miembros de la delegación que lo acompaña, quienes confesaron que se sorprendieron con el buen estado de salud del Papa, de 83 años, quien padece la enfermedad de Parkinson y tiene problemas para hablar y caminar.