Papa no pudo hablar durante bendición Domingo de Pascua

Papa no pudo hablar durante bendición Domingo de Pascua

CIUDAD DEL VATICANO (EFE).- Sacando fuerzas de flaqueza y sin importarle mostrar al mundo su debilidad, Juan Pablo II reapareció ayer en la ventana de su apartamento que da a la plaza de San Pedro del Vaticano, desde la que impartió la bendición «Urbi et Orbi» del Domingo de Resurrección pero sin poder hablar.

   Hizo un gran esfuerzo -reconocido por las decenas de miles de fieles presentes en la plaza con aplausos y lágrimas al verle tan frágil- y aunque lo intentó varias veces y gesticuló otras tantas no consiguió pronunciar palabra y el único sonido que emitió no se entendió.

   No le importó, volvió a intentarlo, pero sin resultados y al final, mostrando tristeza y un rostro dolorido y contraído y contrariado bendijo varias veces con la mano derecha.

   El Obispo de Roma permaneció en la ventana de su habitación casi un cuarto de hora, desafiando el viento reinante en la desapacible mañana romana.

   Siguió la lectura de su Mensaje Pascual, que leyó en su nombre el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, en un folio que le entregó su secretario particular, y dio la sensación de que no quería entrar de nuevo, sino seguir junto a los fieles.

   Todas las miradas de este Domingo de Resurrección estaban puestas en la segunda ventana del tercer piso del Palacio Apostólico para ver al Papa, que no pudo seguir los ritos de la Semana Santa debido a su delicado estado de salud y que aún está convaleciente de la traqueotomía que le fue practica el 24 de febrero para que pudiera superar las varias crisis respiratorias agudas que ha sufrido en lo que va de año.

   Todos los ritos los delegó en cardenales, pero no quiso renunciar a impartir la bendición «Urbi et Orbi» (a la ciudad de Roma y a todo el mundo) en el día en que la Iglesia anuncia la Resurrección de Cristo, el más importante para los más de mil millones de católicos esparcidos por el mundo.

   Se le vio en la noche del Viernes Santo como seguía todo el Vía Crucis del Coliseo a través de una televisión en su capilla privada, pero las imágenes que ofreció el Centro Televisivo Vaticano sólo le mostraron de espalda, sin que se le viera la cara.

   El hecho de que sólo le mostraran de espaldas desató preocupación, por lo que todas las miradas estaban puestas en la ceremonia de hoy, considerada un «test» para conocer el alcance de su estado de salud.

   Los médicos que le cuidan, según fuentes vaticanas, preferían que no se hubiese asomado a la ventana y hubiese bendecido por televisión, con el objetivo de evitar que los cambios bruscos de temperaturas (el paso de un ambiente cálido, como es su habitación, a la ventana, con frío y viento) puedan provocarle un resfriado.

   También quieren evitar que pueda coger alguna infección.

   Juan Pablo II, que siempre ha mantenido «lo bonito que es gastarse hasta el final de los días por el Evangelio», lo volvió a llevar hoy a la práctica, apareciendo en la ventana.

   Además de su presencia, no quiso que en este Domingo de Resurrección faltase su Mensaje Pascual, en que advirtió que sobre la humanidad se cierne el peligro de guerras fratricidas e hizo un apremiante llamamiento a la paz.

   En su mensaje, donde la palabra más repetida fue «paz», la imploró para Tierra Santa, para los países de Oriente Medio y Africa, «donde se sigue derramando mucha sangre».

   En su mensaje, la primera vez en sus 26 años de Pontificado que no lo lee, denunció que en el mundo se sigue sufriendo y muriendo de miseria y hambre y que multitudes de personas mueren por epidemias o arruinadas por enormes catástrofes naturales.

   «Haz que el progreso material de los pueblos nunca oscurezca los valores espirituales que son el alma de su civilización», pidió Juan Pablo II a Jesús.

   Vistas las dificultades del Papa para hablar fueron suspendidas las tradicionales «Felices Pascuas de Resurrección» que todos los años Juan Pablo II deseaba en 62 idiomas.

   La Misa de Resurrección, que por primera vez en sus 26 años de pontificado tampoco pudo celebrar, fue oficiada por el cardenal Sodano y durante la misma se pidió a Dios que conserve «durante mucho tiempo al Papa».

   La plaza de San Pedro acogió a Juan Pablo II adornada con miles de flores multicolores, sobre todo lirios, violetas y tulipanes, regaladas al Pontífice por floricultores holandeses, que la convirtieron en un bello jardín.

   La ceremonia fue transmitidas en directo por 104 televisiones de 74 países, entre ellos España y la mayor parte de los latinoamericanos. EFE

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