Papa rinde homenaje a virgen en Cuba; se reúne con Castro

Papa rinde homenaje a virgen en Cuba; se reúne con Castro

SANTIAGO, Cuba (AP) — El papa Benedicto XVI pasó la noche en una casona recién construida especialmente para él cerca de la capilla de la Virgen de la Caridad, donde realizará sus oraciones en silencio en la mañana del martes antes de dirigirse a la capital para sus reuniones políticas.

El breve homenaje que rendirá el Pontífice a la madre simbólica de todos los cubanos —católicos y no católicos por igual— tendrá lugar en la mañana en el pequeño poblado de El Cobre.

Benedicto tiene previsto viajar por avión a La Habana poco después para reunirse con el presidente Raúl Castro y posiblemente Fidel Castro, aunque eso no se ha confirmado.

El presidente de Venezuela Hugo Chávez, quien está en la capital cubana desde el sábado para seguir un tratamiento de quimioterapia para el cáncer que le afecta, no pidió una audiencia pero será bienvenido como asistente en la Misa que oficiará en la Plaza de la Revolución el miércoles, informó el portavoz del Vaticano.

Bajo una llovizna el lunes por la noche, Benedicto expresó enfáticamente el valor de la familia y de la fe durante una misa al aire libre en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, la más grande de la ciudad, a la que asistieron Raúl Castro y otras decenas de miles de personas entre ellos cubano-estadounidenses que llegaron en peregrinaje a la isla de gobierno comunista.

«Ante la mirada de la Virgen de la Caridad del Cobre, deseo hacer un llamado para que den nuevo vigor a su fe, para que vivan de Cristo y para Cristo, y con las armas de la paz, el perdón y la comprensión, luchen para construir una sociedad abierta y renovada», dijo el Pontífice en su homilía.

En la ceremonia enfatizó su misión pastoral y el papel de la Virgen de la Caridad así como de la iglesia Católica en la isla.

El arzobispo de Santiago, Dionisio García, anfitrión de la ceremonia y quien le dio la bienvenida al Papa también en esa ciudad fue elocuente en sus palabras.

«Somos un pueblo mestizo, de culturas y orígenes diversos que se mezcló racial, social, y culturalmente en esta isla hermosa…adonde quiera que estemos, llevamos con orgullo el nombre de «cubano», recelamos de toda injerencia foránea en nuestros asuntos y nos sentimos comprometidos en lograr, con esperanza y decisión, una república próspera, incluyente y participativa», dijo.

García lamentó que a pesar de ser un pueblo plural y debido a «egoísmos, la incapacidad de dialogo y de respeto al otro» muchos cubanos se vieron afectados por la violencia «que hace sufrir a todos, hiere la dignidad, no beneficia a nadie y dificulta el verdadero desarrollo material y espiritual de nuestro pueblo.

Es necesario superar todas las barreras que separan a los cubanos entre sí. Este es un deseo querido por todos». Benedicto XVI le dio la comunión a varios feligreses mientras monaguillos sostenían un paraguas blanco sobre su cabeza pues una llovizna roció la plaza.

«Es un momento emocionante para mí», dijo con los ojos húmedos Irena Abreu, de 26 años a The Associated Press.

«Estaré mas cerca de Dios» agregó en la plaza. «El pueblo cubano lo necesita», dijo Jorgelina Guevara, un ama de casa de 59 años mientras el sol se ocultaba y el intenso calor empezaba a ceder.

«El es el vicario de Cristo, su mensajero», dijo la mujer quien aguardaba el inicio de la misa. El pontífice, de 84 años, parecía exhausto y se le escuchaba cansado al término de la jornada tras cuatro días de un periplo intenso.

El portavoz del Vaticano, reverendo Federico Lombardi, reconoció que Benedicto XVI estaba fatigado pero se encuentra bien de salud. Poco antes de que se iniciara la misa, un hombre luciendo una camiseta oscura y una gorra en la cabeza gritó «abajo la revolución, abajo la dictadura».

Agentes de seguridad rápidamente llevaron al hombre afuera de la plaza. La persona no fue identificada y no es un disidente conocido.

Al final de la jornada, Lombardi fue consultado sobre ese incidente y dijo que duró unos dos minutos como máximo.

«Había un joven que se acercó al altar y que gritó algunas palabras contra el comunismo y por la libertad. Estaba (era) una protesta de oposición, creo», afirmó, aunque admitió desconocer lo ocurrido exactamente.

Lombardi se refirió también a que el Vaticano no tenía ninguna petición para una audiencia personal entre el Papa y el presidente Chávez. «Chávez está en Cuba. Para ser exactos no está (hay) ninguna petición de un encuentro de audiencia personal con el Papa, pero si el presidente Chávez lo desea, puede participar en la misa» prevista para el 28 de marzo en la capital cubana, dijo Lombardi en conferencia de prensa, hablando en español.

Al final de la misa, el presidente Raúl Castro subió los escalones hacia el frente del altar y a un lado saludó y estrechó brevemente las manos del Pontífice. Abajo, miles de feligreses gritaban «viva el Papa».

El presidente cubano Raúl Castro acudió el lunes al aeropuerto en la ciudad de Santiago, al este de la isla, a dar la bienvenida al Pontífice con 21 cañonazos y honores militares después de que el jerarca católico dijera, al inicio de su periplo por América Latina, que el marxismo ya no «responde a la realidad».

Los tres días que Benedicto XVI estará en Cuba inevitablemente desatarán las comparaciones con la histórica visita de Juan Pablo II en 1998, cuando Fidel Castro cambió su uniforme militar por el traje y corbata para saludar al líder del mundo católico en el aeropuerto de La Habana y Juan Pablo II, que ayudó a tumbar el régimen comunista de la Unión Soviética y Europa del este, le pidió a Castro que liberara a los presos de conciencia, prohibiera el aborto y le diera el lugar que la iglesia Católica merece.

Cuba niega que tenga presos políticos actualmente. Las autoridades se refieren a los disidentes como mercenarios, influidos por sus enemigos en Estados Unidos. Varios grupos de los derechos humanos dicen que algunos cubanos permanecen encarcelados por sus actividades políticas. Las comparaciones entre Benedicto XVI y Juan Pablo II también fueron evidentes en México, país que Juan Pablo II visitó cinco veces durante sus 27 años de pontificado.

Con su viaje al país azteca, Benedicto XVI pareció dejar la impresión de que es un Papa distante y frío que nunca podrá competir con el carisma y la conexión personal forjadas por su antecesor.

Benedicto XVI dijo el lunes que llevaba en su corazón «las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados».

Pero no hizo referencia a los «prisioneros políticos» tal y como hiciera su antecesor Juan Pablo II cuando visitó la isla. El arribo papal a la isla se hizo a bordo de un vuelo especial de la aerolínea Alitalia, proveniente de México.

El Papa descendió las escaleras y fue recibido en la pista de aterrizaje por el presidente Castro. «La Constitución garantiza plena libertad (religiosa)», dijo Castro en su discurso de bienvenida.

«El gobierno guarda buenas relaciones con todas las religiones. En nombre de la nación, le doy la más calurosa bienvenida».

«Nos satisfacen las estrechas relaciones entre la Santa Sede y Cuba que se han desarrollado sin interrupción durante 76 años siempre basadas en el respeto mutuo», agregó Castro.

El Papa replicó diciendo que aún faltan «muchos aspectos» por avanzar en las relaciones entre la Iglesia y el estado cubano, «especialmente por cuanto se refiere a la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad», dijo Benedicto en su discurso de arribo.

«Uno de los frutos importantes de aquella visita (de Juan Pablo II) fue la inauguración de una nueva etapa en las relaciones entre la iglesia y el estado cubano, con un espíritu de mayor colaboración y confianza».

Tras la visita, la Navidad fue declarada nuevamente un festivo nacional.

Perseguida durante la década de 1960 tras el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959, cuando muchos sacerdotes se convirtieron en militantes de grupos contrarrevolucionarios, la iglesia quedó al margen del poder y la vida social de la nación caribeña.

Se nacionalizaron las escuelas religiosas, se expulsaron a los prelados de los hospitales y se eliminó su presencia de los medios de comunicación. En 1959, había 700 sacerdotes para seis millones de habitantes en Cuba.

Actualmente hay 300 para 11,2 millones. Sin embargo, desde comienzo de la década de 1990, una apertura religiosa volvió a darle aliento a las iglesias, entre ellas a la católica.

En 1998, la isla testificó la primera visita de un Papa desde el triunfo de la Revolución con el arribo de Juan Pablo II, lo que permitió, por ejemplo, que la Navidad fuera declarada nuevamente un festivo nacional.

Ya desde comienzo de la década de 1990 se eliminaron las referencias al ateísmo en la Constitución y se aceptaron a los católicos y otros creyentes en el seno del Partido Comunista.

El gobierno incluso permitió la construcción de un seminario, a cuya inauguración asistió el presidente Raúl Castro al tiempo que se restauraron algunas parroquias, pero con todo los católicos están lejos de ser mayoritarios en la isla y se calculan que son un 10% de la población.

Castro aprovechó la visita papal para insistir en las críticas al embargo estadounidense.

«La potencia más poderosa que ha conocido la historia ha intentado despojarnos, infructuosamente, del derecho a la libertad, a la paz y a la justicia», dijo.

Aunque el viceministro de Turismo, Alexis Trujillo aseguró que la isla no registró un crecimiento sustancial del turismo extranjero a raíz de la visita del papa Benedicto XVI, centenares de peregrinos estadounidenses llegaron, muchos de Miami, para participar en la misa en Santiago y luego planean ir a La Habana.

 

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