Papa señala retos para el 2005

Papa señala retos para el 2005

Ciudad del Vaticano, 10 ene (EFE).- El Papa afirmó hoy que el desafío que la comunidad internacional tiene que afrontar en 2005 es garantizar la vida, el alimento, la paz y la libertad.

Juan Pablo II recibió hoy a los 174 representantes del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, ante quienes hizo un balance de 2004 y enunció algunas líneas de actuación para el año recién empezado.

En su discurso, el Pontífice aludió a algunas de las grandes tragedias que han tenido lugar el año pasado, como el terremoto del 26 de diciembre que ha causado decenas de miles de muertos en varias naciones del sudeste asiático, así como las acciones terroristas en Madrid, Irak, Beslán (Osetia del norte) y las atrocidades en diferentes países de la región africana de los Grandes Lagos.

«Nuestro corazón se siente turbado y angustiado por todo ello», dijo el Papa, quien hizo un llamamiento a «no dejarnos desanimar nunca, sino a superar las dificultades, por muy grandes que sean, reforzando y haciendo prevalecer los vínculos comunes de humanidad por encima de cualquier otra consideración».

Afirmó que en un panorama de graves problemas la Iglesia católica, «universal por naturaleza, está siempre implicada directamente y no se siente extranjera entre ningún pueblo».

Hizo hincapié en que «sólo el amor, que tiene la fuerza positiva de un don generoso y desinteresado hasta el propio sacrificio, puede vencer al mal».

Juan Pablo II aseguró a los diplomáticos que la humanidad tiene ante sí varios desafíos, entre los cuales figura el de la vida, «la primera riqueza de la que puede gozar el hombre».

Manifestó que la tarea primordial del Estado es la tutela y la promoción de la vida humana y reconoció que «concepciones opuestas se enfrentan sobre temas como el aborto, la procreación asistida, el uso de células madres embrionarias humanas con finalidades científicas y la clonación».

El Pontífice recordó que la Iglesia defiende que el embrión humano es un sujeto idéntico al niño que va a nacer y al que ha nacido a partir de ese embrión, por lo cual «nada que viole su integridad y dignidad es éticamente admisible».

Aceptó la investigación científica en el campo genético pero siempre con atención a los imperativos morales mientras que, en relación también con la vida, añadió que su «santuario» es la familia, «amenazada por factores sociales y culturales que hacen difícil su estabilidad».

 

 

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