Para borrar la idea de que el Estado no tiene dolientes

Para borrar la idea de que el Estado no tiene dolientes

Parece haber dejado  de ser importante para los funcionarios resaltar  obras y actividades logradas a  bajos costos como señal de que les duele el dinero  que administran como servidores públicos.

Más bien parece haber una competencia por quien gasta más aún sin importar la calidad.

Se ha convertido incluso en un falso orgullo anunciar con bombos y platillos los altos costos en las inversiones públicas: Carreteras, presas, escuelas, monumentos, remodelaciones y toda clase de estructuras físicas, incluyendo otro tipo de  actividades, como si lo más importante fuese el monto de la inversión y no las prioridades y las obras en sí.

Lograr que el gobierno y  las instituciones del Estado se vean en la obligación de enseñarle a la ciudadanía que las obras, cual que sea su importancia se hacen invirtiendo lo que es justo, economizando dinero, destacando el esfuerzo en  lograrlas con eficiencia, porque eficiencia también implica buena calidad y mejores costos, podría ser una de las cosas que Danilo ponga en práctica.

Debería ser  de conocimiento público y en algunos casos temas de debate,  cualquier tipo de obra o actividad que se vaya a realizar, destacando su importancia para el desarrollo integral, el tiempo de su  implementación y el costo de dichos proyectos en función de las  propuestas alternativas que se presenten, como ocurre en cualquier actividad privada, incluyendo las que hacen los funcionarios  en asuntos personales.

Cada quien busca alternativas incluso para reparar un vehículo, cambiar muebles, remodelar su casa o llevar a cabo un proyecto empresarial, pues para la mayoría de los que les duele el dinero resulta importante lograrlo con la menor inversión. Por eso se habla de la relación calidad-precio, para lograr buenas y más cosas a los más bajos costos.

Pero no se percatarán de que la práctica de resaltar los montos de las inversiones oficiales como un gran logro crea  suspicacia de que se hace para  ocultar  comisiones.  Para justificar  corrupción.

Gastar mucho para ocultar mucho, o simular que se gasta mucho para justificar acciones al margen de lo ético y lo moral.

En la medida en que la gente piense que detrás de las obras y actividades del gobierno o cualquier organismo del Estado hay una cantidad de dinero que se queda en los bolsillos de los funcionarios o sus allegados, se va perdiendo, no solo la credibilidad en ellos, sino el amor y respeto por las obras y  actividades que se realizan.

Sin necesidad de que el FMI lo diga, el país atraviesa por una situación de tal magnitud que  se hace necesario  adoptar medidas correctivas drásticas, y la mejor carta que tiene Danilo Medina en las manos es rescatar la credibilidad pública.

Necesita convencer a la gente de que además de buenas intenciones, los dineros del pueblo están bien administrados. Que cada centavo gastado obedece a lo que realmente cuesta. Necesita urgentemente borrar la imagen de que la cosa pública no tiene dolientes.

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