In memoriam a
Johnny Ventura
Me tocó trabajar con Johnny Ventura cuando tenía la empresa PROLOATEL, una productora de televisión que abarcaba todo tipo de entretenimientos, pero él entendió que además debía entregar en los espacios el sentimiento de la gente de a pie. Ahí entré junto a un equipo a trabajar en Teve-pueblo, un espacio donde la gente expresaba todas sus angustias.
Él era diputado, fue por eso por lo que lo conocí. Es que como reportera me tocó cubrir el Congreso; él era muy cercano, nos hicimos amigos, y desde que fundó la compañía me pidió que fuera a trabajar con él y eso hice con mucho gusto.
Su liderazgo le permitió imponerse a todo tipo de intrigas y nunca escuché palabras en contra de nadie, todo lo contrario, elogios a músicos a los que le reconoció su calidad artística, mostrando la línea solidaria de ayudarlos.
Por ser Navidad y escuchar su música por todas partes, sentí que era la oportunidad de escribirle algunas palabras, las mías, porque a raíz de su muerte en julio de este año, todos sus amigos y admiradores se expresaron.
Las pensé mucho, y de verdad que la inmensidad de ese hombre no me permitía expresar el torrente de sentimientos y admiración por el autor de “vengo con un pique/ vengo del batey/ de ver tanta gente sin na /que comer”. La protesta-merengue por la muerte de Mamá Tingó; su presencia en las iglesias de la Capital exigiendo la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados, la adhesión a 7 días con el Pueblo, y como dijo cuando reclamaba frente al Congreso el respeto por la Constitución: “siempre he tratado de estar del lado correcto de la historia”.
Johnny fue una cantera de poesía, de sentimientos patrios, de compromiso social, de una determinación por estar en el momento correcto de la historia, que se complementaron para hacer toda una armonía que conjugada con el ritmo y el merengue, produjeron una sinfonía única cuyo sustantivo fue su nombre.
Un ser humano cargado de melodías, portador del ritmo innato de sus ancestros, que se superó a sí mismo en todos los aspectos de su vida, un ser solidario, firme en sus creencias y la más sublime expresión del merengue, nuestra música.
Se escucha mucho el merengue “Ley seca”, la composición que le hiciera a doña Zaida Ginebra viuda Lovatón, que mostró que se podía hacer buena música sin caer en la vulgaridad; Johnny respetuoso, eso sí, hizo una parodia porque la doña, presidenta de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía hacía cumplir la ley.
“Esta navidad, yo quiero beber y si es que Zaida se opone que le voy a hacer”. No se prohibía beber obviamente, pero es oportuno recordar que fue una de las pocas veces en que se aplicó la ley y que se recuerda a doña Zaida por hacer lo correcto.
Johnny se nos fue, pero dejó un enorme legado, una enseñanza de vida, y demostró que para botar miel por los poros se requiere de un gran panal de ideas, poesía y compromiso con la historia, y un cerebro centrado en hacer bien lo que sabia: hacer música, bailar y sembrar alegría en esta tierra y más allá.
Se requiere tener dentro de sí una enorte colmena de masas y de amor
Johnny se nos fue, pero dejó un enorme legado, una enseñanza de vida
Cantera de poesía, de sentimientos patrios, de compromiso social