Para comprender a Chávez

Para comprender a Chávez

Cecilia Rosales Ferreyros, enviada especial del periódico peruano “El Comercio” a la cumbre de Unasur, le preguntó al presidente venezolano Hugo Chávez, por qué, a pesar de sus fuertes cuestionamientos al gobierno de los Estados Unidos y a la presencia de bases estadounidenses en territorio de Colombia, Venezuela sigue siendo uno de los más importantes proveedores de petróleo de los norteamericanos.

La pragmática respuesta de Chávez vale la pena ser citada: 

“Entre otras razones, hay una muy poderosa. Una que mucha gente no sabe. Venezuela tiene en Estados Unidos siete grandes refinerías. Nosotros enviamos el petróleo a nuestras refinerías, a procesarlo allá y Venezuela tiene en territorio de Estados Unidos más de 10,000 estaciones de combustible (…) Venezuela no puede tomar una decisión contra nosotros mismos. Nosotros enviamos ese petróleo a nuestras refinerías y a nuestros sistemas de distribución en Estados Unidos”.

Luego, la periodista le pregunta, “¿el beneficio comercial va separado de la molestia política?”. A lo que Chávez responde: “Casi siempre ha sido así. La Unión Soviética y Estados Unidos en plena Guerra Fría comerciaban y por miles de millones de dólares. China comunista y Estados Unidos capitalista también. China tiene papeles del tesoro de Estados Unidos, creo que por 600,000 mil millones de dólares, si mal no recuerdo.”

La respuesta del mandatario venezolano es importante porque muchas veces se presenta a Chávez como una persona inestable, capaz de reaccionar intempestivamente, un iluso a quien no le importaría sacrificar beneficios reales por ideales inalcanzables. Pero la respuesta revela a Chávez como un realista, un político capaz de medir con objetividad los intereses reales de su país y de no sacrificarlos en aras de ideales revolucionarios. El filósofo esloveno Slavoj Zizek, un intelectual de credenciales marxistas-leninistas impecables, lo ha puesto en estos términos:

“La limitación de Chávez radica (…) en el mismo factor que le permite jugar su rol: el dinero del petróleo. Es como si el petróleo fuese una bendición mixta sino una verdadera maldición. Gracias a éste él puede hacer gestos populistas sin tener que pagar el precio total de éstos, sin tener que inventar nada realmente nuevo en el nivel socio-económico. El dinero permite practicar políticas inconsistentes (medidas populistas anti-capitalistas y dejar básicamente intacto el edificio capitalista), no hacer y posponer el acto, el cambio radical. A pesar de su retórica anti-norteamericana, Chávez tiene mucho cuidado de que los contratos de Venezuela con Estados Unidos sean cumplidos regularmente, él es efectivamente un ‘Fidel con petróleo’.

Traemos a colación todo lo anterior a raíz de la decisión del gobierno dominicano de vender la mitad del capital accionario de la Refinería Dominicana de Petróleo a Venezuela. La opinión pública se ha dividido en dos: aquellos que entienden que la decisión fue acertada, pues Venezuela ha sido un solidario suministrador de petróleo, y quienes consideran que la participación venezolana permitirá a Chávez ejercer una especie de control de veto sobre la política criolla. Si tomamos en cuenta las credenciales pragmáticas de Chávez, habrá que colocarse en un justo medio entre ambas reacciones. La actitud del estadista venezolano respecto a la República Dominicana, una vez se materialice la operación de traspaso de acciones de la Refinería, dependerá de qué pese más en un momento determinado: los intereses económicos de Venezuela con un cliente importante y, por demás, deudor como lo es República Dominicana y los intereses políticos de Venezuela en la región en donde nuestro país juega un papel de equilibrio.

De todos modos, República Dominicana, que, como bien ha reconocido el presidente Leonel Fernández, tiene una relación especial con su socio natural que es Estados Unidos, tendrá que sostener una posición sumamente delicada en sus relaciones con Venezuela, nación con la cual nos une una deuda no solo económica sino también democrática por la solidaridad que en el pasado concretizaron Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez. El ecumenismo de nuestras relaciones diplomáticas, nuestra solidaridad con la República de Haití, el dinamismo de nuestro empresariado, nuestro apoyo a la lucha contra las drogas y el terrorismo y la firme vocación democrática de nuestro pueblo y nuestras élites, deben poder permitirnos sortear exitosamente este reto crucial para el destino de las relaciones domínico-venezolanas.

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