Ayer mismo escuchaba cómo explicaban el compromiso social, como esas acciones llevadas a cabo con el objetivo de crear conciencia en la comunidad sobre una problemática y/o situación negativa, logrando el apoyo de la misma para solucionar dicho problema o hacer frente a una necesidad. Pero en realidad, este compromiso social no es más que una obra benéfica con diferente motivación, que se basa en principios de honorabilidad y voluntariedad. Y con el fin de ayudar a otras personas sin ningún interés a cambio, si no solo por la satisfacción de favorecer con su bienestar, y en la voluntad de apoyar a una comunidad.
El ser humano se supone que tenga una dimensión social que lo lleva a interesarse por la dicha de la comunidad en que vive. A esa preocupación se le llama conciencia social. Pero esta actitud no nace con las personas, sino que se afianza a medida que se van dando cuenta de que pertenecen a una sociedad y que los problemas sociales afectan sus vidas y las de los demás. Sin embargo, otras personas asumen una actitud de pasividad social cuando se muestran indiferentes frente a lo que ocurre a su alrededor o ante las necesidades ajenas. Este tipo de actitudes constituyen un serio obstáculo para el progreso de una sociedad pues ese objetivo solo se puede lograr con la participación de todos sus integrantes.
Nuestra sociedad debe fomentar el desarrollado de una serie de espacios sociales que promuevan el compromiso y la responsabilidad social entre los jóvenes. Con la participación activa de aquellos en dichos espacios, se pretende superar el individualismo y forjar una actitud responsable frente a la sociedad.
La importancia de la responsabilidad social en los medios de comunicación es un tema que se encuentra en permanente debate dentro y fuera de los mismos medios. Más que nada, por el hecho de que esta responsabilidad social en los medios va directamente relacionada con el impacto que pueden ocasionar sus contenidos en el público o la ciudadanía. Sin duda, lo más relevante es el poder que los medios tienen en la formación de la opinión pública, porque las distintas redes sociales han aportado mucho al compromiso social, pero solo de forma superficial.
Recordemos que quejarse ayuda, difundir problemáticas es bueno para concientizar pero, una vez más, no soluciona ningún problema, ya que cualquier persona puede quejarse desde la comodidad de su casa con una conexión a Internet o con un celular moderno.
Está claro que los medios reflejan la realidad, pero lo que está puesto en tela de juicio es qué parte de la realidad eligen mostrar y de qué manera. Al incidir los medios en la forma de pensar de los ciudadanos y en su capacidad de decisión acerca de su destino personal y social, la selección y el desarrollo de la información que realizan cobran un sentido vital.
Entiendo que hoy día las empresas -al igual que el Gobierno- tienen que comenzar a involucrar más a la sociedad en la solución de los problemas, y la sociedad debe de comenzar por hacer las cosas sin buscar reconocimientos o premios, salvo el querer hacer del mundo un mejor lugar para vivir.
Por esto, es viable, necesario y urgente crear estrategias cuyo éxito dependa del involucramiento de la sociedad: La empresa (o Gobierno) debe informar, proponer, facilitar y aportar, y la comunidad debería aportar, involucrarse y aprender.
Tengamos en cuenta que la Responsabilidad Social individual es la conducta ética del ciudadano para consigo mismo y con su entorno, y va mucho más allá del cumplimiento de las obligaciones legales, está relacionada con nuestra actitud en el hogar, con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestros amigos, con el ambiente, con el trabajo, con nuestros vecinos y con la sociedad.
La autora es Psicóloga Clínica