Por: Julia Muñiz Suberví

El fracaso en la ejecución de la políticas públicas en materia de niñez y adolescente ha sido un tema de controversia en estos días, ante las constantes quejas de la inoperancia del sistema. Esto ha generado investigaciones periodísticas y análisis de opinión por diferentes sectores de la sociedad; arrojando un sin número de diagnósticos, algunos ciertos y otros especulativos, exponiendo las problemáticas, sus múltiples causales y sus respectivas variables, a modo general.

Las desigualdades sociales, la falta de continuidad de Estado y la radicalización de propuestas divorciadas de la realidad del ecosistema de una población vulnerable, constituyen la base de un modelo generalizado que no posee acciones ante un inminente desgarramiento de la sociedad que dificulta, aún más, que los menores de edad puedan alcanzar su desarrollo integral. 

Ahora bien, detectada la situación se requiere de la rápida intervención desde la óptica de reconocer que las herramientas que hemos utilizado no han funcionando, siendo necesario aterrizar las propuestas, y así mitigar la crisis de una problemática permanente y constante, asumiendo que no es un fracaso del niño, niña o adolescente, sino que es un fracaso del Estado.

En conclusión ha llegado el momento de trabajar desde una amplia visión, escuchando las necesidades de la niñez y adolescencia desde su propia voz, para así bajo el mandato de la ley otorgar y garantizar el cumplimiento, eficiente y eficaz, de sus derechos. Siendo el primer paso para disminuir la brecha social que permitirá transformar la desigualdad en igualdad.