Para Doña Vevita, con cariño

Para Doña Vevita, con cariño

El pasado lunes 5 falleció en Bonao y en su residencia de toda la vida Doña Genoveva Gaviño de Pérez, la querida Doña Vevita, que supo ser una inigualable mentora de jóvenes y consejera de quienes buscaban en ella conocer la vida de su querido pueblo.

Sus familiares deben sentirse orgullosos y felices de haber tenido a una madre y dama de ese empuje y entusiasmo, en que sus actividades comunitarias le granjearon un sólido lugar de prestigio en su comunidad, que tuvo la falta de voluntades que encararan el resurgir de Bonao después de haber finalizado la dictadura de Trujillo, que en su última etapa la humilló y casi le cercenó la vida a su hijo Arturito.

Me tocó conocer a Doña Vevita a partir de 1970, cuando me trasladé con mi familia a la Villa de Las Hortensias para trabajar en la Falconbridge Dominicana, primero en un cargo técnico y luego como relacionista comunitario y público de la empresa. En Doña Vevita siempre tuve una consejera y amiga leal y alertadora de posibles problemas, que ella analizaba con su singular gracia de decir las cosas y con una cortesía y respeto que me ayudaron de manera increíble en mi labor en favor de la comunidad, que la tengo a la par en mis quereres con mi querido Baní.

Durante los más de 15 años que residimos en Bonao, mi familia y yo, tuvimos en el hogar de Doña Vevita un lugar muy querido, en donde encontraba en ella esas orientaciones sanas y siempre para lo mejor de Bonao, que pese a las crisis económica que afectaban periódicamente el precio del níquel, pudimos llevar a cabo muy buenos trabajos de interrelación para eliminar asperezas y desconfianzas, frente a una multinacional que en Bonao enfrentaba a una juventud radicalizada y casi impenetrable.

Me acuerdo, en aquellos años de la década del 70, cuando en los trabajos comunitarios que realizaba el Club de Leones de Bonao, Doña Vevita constituía un eslabón muy importante para el éxito de muchas actividades, ya que su esposo Don Arturo fue miembro del club.

Ella logró atraer a una pléyade de emprendedores hombres de servicio para llevar a cabo tareas inolvidables como las que se realizaron para atacar de frente el alto índice de parasitismo de la comarca, en donde el doctor Salvador Cosme y otros más siempre recibieron un aliento de doña Vevita para asegurar el programa y que se construyera un local para el centro antiparasitario, que todavía, 35 años más tarde, es un símbolo del servicio a la comunidad.

Esta es mi ofrenda a una gran dama, quien supo brindar cariño a sus relacionados y que nunca tuvo un gesto desagradable para quienes no comulgaban con sus ideas políticas, tan íntimamente unidas a las de su primo, el profesor Juan Bosch, al cual le tenía una veneración muy especial y del cual fui testigo en nuestras conversaciones que manteníamos en su acogedora terraza de su hogar en la calle Francisco J. Peynado, con amenos e interesantes análisis de proyectos que contribuyeran al desarrollo del país, pero en particular al progreso de nuestro querido Bonao.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas