Para entender el bitcoin concéntrate en lo que hacen, no en cómo lo hacen

Para entender el bitcoin concéntrate  en lo que hacen, no en cómo lo hacen

Criptomonedas.

Los gobiernos y los formuladores de políticas, al igual que los inversionistas, han batallado para entender las criptomonedas.
Las vicisitudes del bitcoin y otros activos digitales pueden hacer que los especuladores ganen y pierdan fortunas.
“Realmente no veo cuál es el verdadero valor subyacente de algunas de estas criptomonedas en la práctica”, dijo el 22 de febrero el presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley.
Yves Mersch, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, las comparó, en un discurso el 8 de febrero, con “el fuego fatuo, una criatura maligna que moraba en los pantanos” y atraía a los viajeros a su muerte prematura y una tumba acuática.

Aquí es donde la historia puede servir de guía. El dinero virtual puede ser nuevo, pero el dinero en sí mismo es tan antiguo como la civilización. Se presenta en forma de abalorios, cebada, tabaco, conchas de cauri e incluso discos de piedra, como la gran piedra rai de la isla de Yap en el Pacífico Sur.
La experiencia con otros tipos de moneda sugiere que la volatilidad en el valor de las criptomonedas puede ser incurable, algo que podría ser un defecto fatal para su uso como medio de intercambio.

Jesús Fernández-Villaverde, economista de la Universidad de Pennsylvania, se considera un escéptico de la criptomoneda. Asegura que la profusión actual de tokens con nombres exóticos (se han emitido más de 1,500) se parece al apogeo en el siglo XIX de la “banca libre”, cuando los bancos comerciales privados emitían su propia moneda, una práctica que se dio en países como Australia, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.
En Escocia, la era de la banca libre duró más de un siglo hasta que fue suprimida por el Parlamento británico en 1845. Durante ese tiempo, Escocia pasó de pobre a casi tan rica como Inglaterra.

Sin embargo, hay una diferencia crucial entre aquel tiempo y ahora, advierte Fernández-Villaverde, y no tiene nada que ver con la computación de alta velocidad. La diferencia es que la oferta de las monedas podía controlarse.
Los bancos escoceses tenían un fuerte incentivo para ganarse la confianza del público en la estabilidad de sus monedas y ajustaron su oferta a la demanda. En cambio, el atractivo libertario de las criptomonedas es que no pueden ser controladas por nadie, ni siquiera por sus emisores.

No hay nada ni nadie que ancle su valor. Es cierto que hay un tope en la cantidad de bitcoins que pueden crearse, su número es finito, lo que se supone que lo protege de la hiperinflación, pero los caóticos altibajos en su precio muestran que es vulnerable a la inflación y la deflación especulativas.

Otro ilustrativo precedente para las criptomonedas es la famosa historia de la Capitol Hill Babysitting Cooperative, fundada a fines de la década de 1950.
La cooperativa usaba cupones (dinero privado) para que unos padres pagaran a otros a cambio de cuidar a sus hijos, esos cupones se ganaban vigilando a los hijos de otros miembros. Es similar a la forma en que los “mineros” crean y ganan bitcoins utilizando computadoras.
La cooperativa entró en crisis en la década de 1970 porque las familias acumulaban cupones para asegurarse de poder pagar un niñero o niñera cuando lo necesitaran. Pero resurgió cuando la cooperativa imprimió más cupones para eliminar el incentivo de acumular.
Las criptomonedas son igualmente vulnerables al desequilibrio del mercado, excepto que no hay margen para una intervención beneficiosa que iguale la oferta y la demanda, como ocurre con una moneda convencional administrada por un banco central competente, dice Fernández-Villaverde.

Hasta ahora, esto ha girado en torno a las criptomonedas como dinero, pero muchos de los tokens no están destinados a usarse ??como alternativa a los dólares, euros o yenes.
Tienen funciones más limitadas para empresas digitales de propósito específico. Las personas que las compran están apostando a que las empresas emisoras tendrán éxito.
En otras palabras, como en el caso de los huertos de naranjos de William Howey, los compradores están adquiriendo una parte de un negocio. Dado que lo importante es el contenido y no la forma, parecería que estas ofertas iniciales de monedas deberían registrarse como valores y regularse en consecuencia. El presidente de la SEC, Jay Clayton, argumentó justamente eso el año pasado, citando el caso de la Suprema Corte. “Llamar simplemente a algo ‘divisa’ o un producto basado en divisas no significa que no sea un título de valor”, escribió en una declaración el 11 de diciembre.

En algunos círculos persiste la visión romántica de que las criptomonedas son la vanguardia de una nueva era en la que los gobiernos son cada vez menos importantes. ¿Órganos legislativos? No hacen falta. ¿Tribunales?, ¿para qué molestarse con ellos cuando cada contrato puede registrarse de manera indeleble en la cadena de bloques o blockchain, el libro digital que hace posible las criptomonedas? Bueno, claro, excepto que la humanidad ha tratado de crear desde siempre un registro irrecusable e irreprochable, con un éxito limitado.
Ya en el año 2 mil 340 antes de Cristo, el rey de Ebla, en la actual Siria, envió una carta diplomática al rey de Hamazi que era como una cadena de bloques, según r Chris Berg.

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