Para Jacinto y Font Bernard

Para Jacinto y Font Bernard

JULIO M. RODRÍGUEZ GRULLÓN
La República Dominicana nunca había tenido un período tan largo en que se mantuviera la libertad de expresión, pues desde 1962 hasta la fecha son 43 años ininterrumpidos que tenemos ejerciendo este derecho. Era natural que al formarse en este período una intelectualidad, se revivieran discusiones sobre aspectos de nuestra vida nacional que a través de la historia han sido polémicos, como ha sucedido entre los distinguidos escritores Jacinto Gimbernard y Ramón Font Bernard.

Considero que estos diálogos son fructiferos siempre que se mantenga entre los participantes en ellos el respeto por la persona y las ideas ajenas diferentes a las nuestras.

Ciertamente que la nación que poblaba los dos tercios orientales de esta isla estaba en un nirvana político, social y económico después de las migraciones de sus capas sociales más altas entre 1796 y 1805, que redujeron el número de habitantes del país en números aproximados, de 175,000 a 50,000 y en la ciudad capital de 24,000 a 6,000. Esta masa pobre, 95% analfabeta, resignada a su suerte, fue testigo pasivo de hechos como ser colonia francesa, la “España boba”, la independencia efímera de Núñez de Cáceres y la dominación haitiana.

Fue por eso que el joven Juan Pablo Duarte necesitó 12 años de trabajo continuo (1831-1843) para imbuirle un espíritu de rebeldía y convencerla de que podía luchar contra los haitianos con sus propias fuerzas y llegar a ser una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera.

Lamentablemente, esta idea de Duarte no era compartida por las personas más influyentes de esos días, cuyos líderes más importantes eran Bobadilla, Báez y Santana; ellos creían que no podíamos luchar contra los haitianos sin colocarnos bajo el amparo de una de las potencias de la época (cualquiera de ellas) y de ahí surgió el concepto de separación, en oposición al de independencia (duartista).

Que el ideal duartiano había calado en esa nación se puso de manifiesto en las elecciones el 15 de junio de 1843, cuando los candidatos duartistas a una asamblea constituyente en Puerto Príncipe, acorde con los ideales del manifiesto de Praslin (enero de 1843), triunfaron abrumadoramente sobre los candidatos reformistas y separatistas unidos. Charles Herard terminó ahí mismo con el ensayo democrático y Duarte tuvo que salir del país para salvar la vida.

Los separatistas toman entonces la iniciativa; Báez, en diciembre de 1843, concibe y pone en ejecución de forma secreta el plan Levasseur, para entregar Samaná a Francia, a cambio de un protectorado; como era el estilo de esos tiempos, vendría una flota francesa a Santo Domingo a apoyar el plan. Se consigue que Saint Denys, sea nombrado cónsul francés en Santo Domingo.

Como los dos grupos son antihaitianos, se unen el 16 de enero y se lanza un documento de corte separatista, pero los trinitarios mantienen la idea duartista de independencia y cuando se juntan el 27 de febrero en la Puerta de la Misericordia, los separatistas quieren posponer el inicio del movimiento (la flota aún no está en marcha), pero el impetuoso Mell, lanza el trabucazo y nace la República Dominicana.

Como el grito lo dieron los trinitarios, se proclamó allí la independencia, no la separación.

En la lucha por el poder político, que sigue a los triunfos militares e marzo, con ejércitos improvisados y en los que sí participó el pueblo, las acciones de Duarte (quien en Sabana Buey puso en práctica el principio No. 3 enunciado más abajo), demuestran que es un hombre de acción y de principios, los cuales va a sostener aunque le cueste perder esa lucha. Los principios fueron:

1.- Mantener el ideal independentista (a él había dedicado su vida desde los 16 años).

2.- No derramar sangre dominicana para alcanzar el poder (el fin no justifica los medios).

3.- En una república democrática, los militares están subordinados al poder civil.

4.- En una república que se inicia, primero se redacta y aprueba una Constitución y luego se elige un presidente, quien jura defenderla y aplicarla. (Los principios 3 y 4, los aprendió Duarte en Nueva York, en 1829).

Con la noticia de que la flota francesa ya se aproxima, Bobadilla, el 26 de mayo de 1844, entra en acción.

Ese día hace público el Plan Lavasseur y pretende que la Junta Central Gubernativa lo apruebe; Duarte caotiza el encuentro y no se aprueba nada. La semana siguiente los dos grupos rompen relaciones, Duarte le da un golpe de Estado a Bobadilla el 9 de junio, coloca a Sánchez en la presidencia de la Junta y se dedica a redactar una Constitución. En esos días muere repentinamente Ramón Santana.

Mella llama a Duarte al Cibao para proclamarlo Presidente, cosa que él rechaza fiel al principio No. 4 de este trabajo. Entonces, con la flota francesa ya anclada en el puerto de Santo Domingo, comandada por el Almirante De Moges, Bobadilla ordena a Santana que avance sobre Santo Domingo al frente del ejército del sur. El trinitario José Joaquín Puello es amedrentado por De Moges y Saint Denys y Santana entra en la ciudad sin encontrar oposición. Al día siguiente, 13 de julio, es proclamado Presidente de la República, con poderes dictatoriales a nombre del ejército y el pueblo, sin tenerse Constitución y sin celebrar elecciones, funesto precedente que gravitará negativamente en nuestra vida política hasta 1978 y que Duarte quiso prevenir.

Duarte rehúsa el apoyo del ejército del norte y quiere negociar con Santana, Bobadilla y demás, pero éstos simplemente apresan los cabecillas trinitarios y los envían al exilio.

En noviembre, cuando se aprueba la Constitución en San Cristóbal, a Santana y Bobadilla no les gusta; bajo la intimidación de las bayonetas obligan a los asambleistas a que le inserten el artículo 210, que anulaba las libertades de los 209 previos y desde entonces el documento es tratado como un pedazo de papel por los gobernantes de turno, quienes la adaptan a sus intereses del momento, algo que el visionario de Duarte también nos quiso evitar. Al mes siguiente, el Plan Levasseur es rechazado en la cancillería francesa.

El 27 de febrero de 1845 Santana introduce la violencia en nuestra vida política, al fusilar a María Trinidad Sánchez y varios trinitarios más. El hecho estremece a Duarte que estaba en Saint Thomas, de pies a cabeza; él, como hemos visto, había rechazado el derramamiento de sangre en la lucha política.

A seguidas, sus familiares son expulsados del país y todos los documentos que el había escrito son destruidos.

En Caracas, en 1845, Duarte decide, después de los triunfos dominicanos en Beller y La Estrelleta, que ya su fin está cumplido. Hay una República Dominicana soberana, libre e independiente de toda dominación extranjera, que se está defendiendo exitosamente de su mayor peligro. Si Santana es la persona que materializa ese sueño suyo, su altruismo hace que lo acepte sin envidia. Así que ya el se ve como un estorbo, la manzana de la discordia, para la unión, paz y progreso de los dominicanos y decide desaparecer de la escena para fomentar estos fines.

Finalmente, dudo mucho esa expresión de Meriño, de llamar a Duarte un pobre hombre.

El Arzobispo era uno de los grandes admiradores de Duarte; fue él el primero que habló en el país del patricio y La Trinitaria después de 1844; fue él el motor detrás de la petición del Ayuntamiento para que se trajeran sus restos al país; fue él el que propuso se declarara a Duarte, Padre de la Patria en 1894, lo cual desató una controversia con un hijo de Sánchez, lilisista furibundo y que el ocurrente de Lilís zanjó declarando que el país tenía tres padres de la patria, Duarte, Sánchez y Mella, cuando, obviamente, estos dos últimos no están a nivel de su mentor y líder. Fue también el quien impulsó hasta su muerte el proyecto de la estatua a Duarte en la plaza Anacaona, donde se celebró el triunfo del 15 de junio de 1843.

Ciertamente que esa expresión no consta en ninguno de los escritos que nos dejara el “Pico de Oro”.

Mis apreciados Jacinto y Font Bernard, espero haberles creado inquietudes con este trabajo. Si mantenemos el respeto en este intercambio, todos aprenderemos mucho.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas