Para la comisión 11-S empieza parte difícil

Para la comisión 11-S empieza parte difícil

WASHINGTON.- La comisión sobre el 11 de septiembre ahora puede decir con verdadera autoridad que sabe lo que salió mal. Después de una indagatoria de 18 meses que ha llevado a sus investigadores desde los pantanos de Afganistán a la Oficina Oval, la comisión ha reescrito la historia de los ataques, con audiencias remachadoras e informes provisionales escalofriantes y cuidadosamente detallados que demostraron cómo la nación misma estaba mal preparada esa soleada mañana de septiembre, y por qué el gobierno ciertamente está casi mal preparado si los terroristas atacan de nuevo ahora.

Habiendo terminado la búsqueda de hechos, la parte difícil está por delante. Los cinco demócratas y cinco republicanos de la comisión, que en gran medida han subyugado hasta ahora sus diferencias partidistas de otro modo agudas, deben retirarse tras puertas cerradas a partir de esta semana y decidir cómo el gobierno, y especialmente la comunidad de espionaje, deberían cambiar para que haya alguna esperanza de defender a la nación de un enemigo que está transformándose en algo que podría ser incluso más mortífero y difícil de encontrar.

Como deben presentar su informe final a fines del mes próximo, los miembros de la comisión dicen que están tratando de presentar un paquete de recomendaciones que sean revolucionarias -especialmente cuando se trate de la forma en que el gobierno reúne información de inteligencia y la comparte, el punto de las más duras críticas del panel en el pasado- pero también lo suficientemente realistas para ser aceptadas rápidamente en el Congreso y en la Casa Blanca.

Los líderes de la comisión han prometido continuar cabildeando en favor de las recomendaciones mucho después de que la propia comisión se haya desintegrado; saben que los probables blancos institucionales para la reorganización, especialmente la FBI, la CIA y el Pentágono, tienen poderosos grupos de apoyo en el Capitolio que han ido desarrollando durante generaciones, y resistirán cualquier cambio que limite su autoridad o la traslade a otra parte.

Desechando su vieja insistencia en que el cambio no era necesario, el gobierno de George W. Bush ha dicho que está abierto a una reorganización de las agencias antiterroristas, aunque sólo sea para cambiar el tema de sus sombrías fallas de espionaje en los meses previos al 11 de septiembre.

Pero nadie en la comisión parece convencido de que la Casa Blanca seguirá las recomendaciones del panel sin presión. «Si nos interesa esto, cada uno de nosotros va a salir y promoverlo, incluso si es en nuestro propio tiempo», dijo Thomas H. Kean, presidente de la comisión y ex gobernador republicano de Nueva Jersey.

John F. Lehman, republicano en el panel y secretario de la Armada en el gobierno de Ronald Reagan, dijo que «nada está fuera de la mesa» y que el comité estaba sopesando recomendaciones que van desde la creación de una agencia de recolección de información de inteligencia nacional, similar a la MI-5 de Gran Bretaña, hasta el establecimiento de un nuevo puesto a nivel de Gabinete para un director de espionaje nacional.

En su informe final el año pasado, el comité congresional conjunto que investigó los ataques del 11 de septiembre recomendó la creación de ese puesto del zar del espionaje, argumentando que el gobierno necesitaba un funcionario único que tuviera autoridad sobre la CIA y las otras agencias de espionaje, poniendo fin a batallas que habían evitado que indicios tentadores sobre la conspiración del 11 de septiembre fueran ampliamente compartidos dentro del gobierno antes de los ataques, como el arresto en agosto del 2001 de Zacarias Moussaoui, el llamado vigésimo secuestrador.

«Se debe tener alguna oficina o autoridad que no sólo sea muy visible sino también tenga la influencia para hacer comprender a todas estas agencias lo que es importante, lo que es prioritario, lo que se tiene que hacer», dijo Eleanor Hill, ex inspectora general del Pentágono que fue directora de personal de la investigación congresional.

Los miembros de la comisión independiente encabezada por Kean dicen que si deciden no recomendar el establecimiento de una agencia similar a la MI-5, probablemente demandarán una reorganización de la FBI, posiblemente para crear una agencia dentro de una agencia que pueda supervisar el espionaje interno y quizá un día separarse de la oficina de investigaciones.

Pero mientras se preparan para trabajar en serio en acordar soluciones, la comisión independiente se está encontrando donde ha dicho repetidamente que no quiere estar, atraida a un debate de año electoral sobre la política antiterrorista del gobierno de Bush y sus justificaciones para la guerra con Irak.

Un informe divulgado por la comisión la semana pasada señaló que no parecía haber habido una «relación de colaboración» entre Irak y Al Qaeda, una conclusión que contradijo repetidas declaraciones del Presidente Bush y el vicepresidente Dick Cheney al explicar el razonamiento para la guerra.

La Casa Blanca reaccionó con furia a la sugerencia de que había exagerado los nexos entre Irak y Al Qaeda, mientras que el presunto candidato presidencial demócrata, el senador John Kerry, aprovechó el informe al argumentar que el presidente había engañado al público sobre las razones para derrocar a Saddam Hussein.

Para el fin de semana, tanto Kean como el vicepresidente demócrata del panel, el ex representante Lee H.. Hamilton de Indiana, estaban hablando de bajar el tono a esa sección de las conclusiones, evitando la posibilidad de una división partidista dentro de la comisión que pudiera evitar un informe unánime.

Hay especialistas en antiterrorismo que esperan, sin embargo, que la comisión decida contra la amplia reorganización del espionaje que ha parecido probable que recomendará. Warren B. Rudman, ex senador republicano de Nueva Hampshire que fue co-presidente de una comisión sobre seguridad interior que previó un ataque como el del 11 de septiembre meses antes de que ocurriera, dijo que creía que la FBI y la CIA se habían recreado para bien en gran medida desde el 11 de septiembre, y que su desmantelamiento pudiera poner en peligro a la nación mientras se creara la nueva estructura.

«Tomaría muchísimo tiempo crear una nueva comunidad de espionaje, y no creo que tengamos ese tiempo», dijo. «No creo que haya algo fundamentalmente erróneo con la estructura».

Mucho mejor, explicó, sería intensificar las habilidades tecnológicas del gobierno para supervisar las amenazas terroristas y comprometerse a proporcionar a los departamentos de policía, departamentos de bomberos y otros grupos de primera respuesta el equipo que necesitan para reaccionar a nuevos ataques, los cuales dijo estaban destinados a ocurrir en territorio estadounidense.

«Vale mucho la pena repetirlo», dijo. «El pueblo estadounidense debe comprender realmente que aun cuando su gobierno está haciendo todo lo que puede, nada será suficiente».

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