Para los politólogos la marcha contra la impunidad representa un cambio

Para los politólogos la marcha contra  la impunidad representa un cambio

La marcha en contra de la impunidad, realizada el pasado domingo en demanda de que cese la corrupción gubernamental en el país, representa un hecho importante en términos de la instauración de una voluntad de cambio en la sociedad dominicana.
La actividad, organizada por diversas entidades de la sociedad civil, también significa un desafío para sus convocantes, en el sentido de que puedan mantener vigente las demandas.
Esas ideas corresponden al análisis que, sobre el contexto de la marcha, realizaron por separado tres politólogos dominicanos Rosario Espinal, Wilfredo Lozano y Jacqueline Jiménez Polanco.
En ese sentido, Espinal expresó que el referido acontecimiento fue un acto de movilización social muy importante porque la corrupción y la impunidad son problemas ancestrales en la República Dominicana que privan la sociedad de justicia e igualdad.
Asimismo, porque la sociedad dominicana es conservadora y quietista, “lo que ha dado inmenso poder a la clase política para instaurar a su libre albedrío el sistema de corrupción e impunidad. Porque la corrupción no había sido tema importante de movilización social”.
Y además porque contó con buena participación de clase media, con capacidad de ampliación mediática.

“En este momento, facilita la movilización social la cantidad de casos que no se han investigado adecuadamente (Odebrecht, Súper Tucanos, Oisoe, etc.); la dimensión internacional del caso Odebrecht, con evidencias y acciones de otros países; y que las protestas sociales generalmente aumentan cuando no hay elecciones cercanas”.

A su entender, para los organizadores de la marcha los desafíos principales son mantener las demandas enfocadas en los principales casos de corrupción, y evitar la partidización del movimiento.
Sobre el particular, expresó que los dirigentes partidarios de oposición querrán hacer su agosto con las protestas, pero en República Dominicana, los partidos políticos han sido destructores de los movimientos sociales.

“Para el Gobierno, el desafío es inmenso. En el país nunca se han procesado casos importantes de corrupción política. El caso Odebrecht no va a morir rápidamente porque salen informaciones de otros países. El PLD ha estado en el poder durante la mayor parte del período en cuestión, por tanto, muchos posibles implicados son del PLD.

“El dilema del Gobierno es que, si apuesta a que el tiempo diluya el escándalo Odebrecht, se arriesga a una pérdida de apoyo significativo; y si actúa judicialmente, tendrá que procesar peledeístas”.
La mirada de Lozano. La marcha del domingo 22 de enero pasado marca muy posiblemente el inicio de un ciclo ascendente de movimientos sociales. No sólo se trata de los miles de hombres y mujeres que logró convocar. Lo principal es el consenso moral que la marcha suscitó, la voluntad de cambio que materializó.
A lo dicho se agrega la excelente organización del multitudinario evento, la coherencia del discurso político que sostuvo su convocatoria y el inteligente manejo de las relaciones con los partidos de oposición y la prensa.
Todo esto es lo que permite apreciar que posiblemente estemos asistiendo al inicio de un movimiento que puede ayudar mucho al cambio de la política dominicana contemporánea, atrapada por élites políticas enquistadas en el poder desde hace decenios, en base a esquemas clientelares, el uso privado de los recursos del Estado y un creciente alejamiento de las necesidades reales de la gente.
Con la marcha la lucha contra la impunidad pasa a convertirse en un objetivo unificador de la política democrática. El ciudadano común deja de ser un ente pasivo y se constituye en un potencial sujeto cohesionador de una alternativa política que obligue a los poderosos a rendir cuentas, que lleve al Estado al cumplimiento del pacto democrático y republicano: cumplir la ley, castigar a los corruptos, ser eficientes y transparentes en la función para la cual los que controlan las instituciones públicas fueron elegidos o designados, y de la cual también pueden ser removido.
En lo adelante, la política dominicana ya no será la misma, pues la marcha abrió el camino para el inicio de una efectiva ciudadanización de la vida democrática.

Movilizaciones anuncian cambios. Jiménez Polanco expresa que los análisis políticos y sociológicos sobre los movimientos sociales dan cuenta, de que las movilizaciones anuncian cambios y que la salida del pueblo a las calles constituye un catalizador de dichos cambios.
De modo que, de nada sirve la resistencia al cambio de las élites políticas y económicas cuando el pueblo se levanta exigiendo que el reloj de arena que divide perversamente a los de arriba de los de abajo, transforme el antiguo modelo de la pirámide social en un diamante en donde se ensanchen los espacios y las oportunidades de los sectores pobres y se reduzcan los privilegios de los grupos dominantes.
Y como he reiterado en mis charlas y escritos, en los que hago acopio de las teorías de Hanna Pitkin sobre la representación, los líderes y las lideresas deben constituir un reflejo de la sociedad que representan y un espejo de sus condiciones de raza, clase, género, identidad/orientación sexual, condición física, edad y ubicación territorial (Jiménez Polanco, 2006, 2009, 2016, 2017).
A diferencia de lo aquí planteado, el liderazgo dominicano vive en una estela de boato que los coloca a espaldas del pueblo, hierguen su poder como una espada empuñada para destruir el pueblo, sus derechos, sus costumbres milenarias, su hábitat.
¿Cuántas tierras productivas se hubieran sembrado con los millones que el otrora flamante ministro de Educación, Amarante Baret, se robó del 4% del presupuesto nacional que el pueblo conquistó para la educación?
¿Cuántas escuelas, maestros y maestras hubieran sido subvencionados con el robo del también flamante ministro de Obras Públicas, Félix Bautista, de la Oisoe? ¿Cuántas casas, carreteras y caminos vecinales se hubiesen construido con los dineros del fraude millonario de Leonel Fernández, Félix Bautista y Víctor Rúa también en Obras Públicas? Y ni, !qué decir de los beneficios salariales que hubiesen obtenido los jóvenes y del cuidado que hubiesen recibido los ancianos, los minusválidos, los niños y las niñas autistas y con síndrome de down de los fondos malversados en las contratas fraudulentas con Odebrecht!
La opinión de César Pérez. Para este sociólogo la marcha del pasado domingo, por la cantidad de participantes, por el contenido, por la diversidad de las colectividades y singulares personas que participaron en su organización, constituye la más importante manifestación de masas en tiempo no electoral que se haya hecho en el país, quizás en toda su historia.
Fue un reflejo de la indignación que siente un amplio sector de la sociedad dominicana, contra el sistema de impunidad y corrupción que sostiene un sector de la clase que se ha enriquecido a costa del robo de los bienes del Estado.
Fue una contundente demostración de que las sociedades pueden pasar por largo período de pasiva invernación, pero que en ellas subyace esa perenne propensión hacia la rebelión, a veces en las formas más diversas e inesperadas.
La marcha tenía como objetivo la lucha contra la impunidad y la corrupción, conceptos fácilmente entendibles por sectores medios y altos de la sociedad; por eso fueron esos sectores los que en mayor cantidad asistieron a la misma.
El llamado no fue, ni pretendió serlo, por una reivindicación concreta, sea esta de servicios o de ventajas tangibles cuantificables o identificables por los sectores populares, por eso es comprensible una no mayor presencia de estos sectores en el evento.
Eso no disminuye su significado político, como argumentan algunos para minimizarla. De cara a las futuras acciones, el dato de la composición social del grueso de sus participantes debe servir para buscar la manera de que un mayor número de los sectores populares participen en acciones de calles contra el actual sistema.
En esencia, por su forma y contenido, la marcha fue contra el Gobierno y si su significado logra potenciarse en espacio y tiempo, mediante un diseño de propuestas que logren aglutinar más sectores sociales y políticos, podría convertirse en un movimiento de carácter político social con capacidad de cerrarle el camino a un poder de vocación continuista y absolutista, expresó Pérez.

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