Para mejorar el turismo

Para mejorar el turismo

El notable auge del turismo, que ha consolidado al país como el principal recipiente de viajeros de todo el Caribe y que tomó tantas fuerzas en la década del 80, ha permitido que importantes cadenas hoteleras extranjeras, así como líneas aéreas de vuelos charters, y operadores turísticos de gran nombradía, tengan a este destino como su fuente de atracción principal a la hora que tantos extranjeros, particularmente de Europa y Canadá, deciden vacacionar lejos de los fríos países donde residen.

Por la gran demanda de los turistas, que vienen a disfrutar de las bellezas de las playas dominicanas y de la hospitalidad de sus gentes, es que el turista tenga a su disposición más de 55 mil habitantes, ancladas en hoteles o resorts que aprovechan la belleza que Dios nos dio para el disfrute de paisajes maravillosos, playas atractivas y un verdor de la vegetación bien acondicionada e invita a disfrutar de las arenas blancas en una isla caribeña.

Las playas del norte y del este dominicano constituyen el gran imán que atrae a tantos visitantes, que en número superior a los tres millones, anualmente pernoctan en tantos resorts por espacio de una o dos semanas, disfrutando con tranquilidad de las comodidades existentes con buenas comidas, espectáculos y atenciones. Las aguas marinas se convierten en algo muy subyugante para lo que la Naturaleza nos regaló y que 8 millones de dominicanos disfrutan indirectamente de sus beneficios.

Pero ese turismo, del disfrute de las playas, adolece de un aspecto que se destaca en otras naciones, y que forma parte del acerbo cultural de los mismos. Hasta ahora se busca atraer a tantos visitantes con los esfuerzos para que la Zona Colonial de la capital se convierta en un atractivo que es aprovechado por el turismo de cruceros que semanalmente llegan al puerto del Ozama.

En otros países, en los vestíbulos de los hoteles vemos e cómo se le ofrecen a los visitantes una serie de brochures o panfletos de promoción turísticas, donde se destacan los museos, actividades culturales, artísticas, deportivas o atracciones cercanas a la ubicación de los hoteles. Aquí tal promoción es inexistente, y es comprensible, debido a que no se puede promover los museos de la plaza de la Cultura debido a que los mismos están en capa caída debido a un deterioro físico notable por la falta de mantenimiento. Ya el Museo de Historia Natural hubo que cerrarlo debido de como las plagas están acabando con casi todas las piezas disecadas que allí existen debido a que casi nunca se les ha atendido. Los demás museos carecen de facilidades refrigeradas debido a que las unidades están averiadas o se les ha cortado la energía por falta de pago. En fin, que los turistas que pernoctan en los resorts de Boca Chica o de Juan Dolio o en hoteles de la capital, no pueden visitar esos museos, limitándose los guías turísticos a hacer un recorrido por el exterior de los mismos, tal como ocurre con los recorridos por la Zona Colonial, para evitar cualquier plaga que pudiera de repente surgir de esos museos tan descuidados, por lo que es imposible colocar brochures de los mismos en los vestíbulos de los hoteles. Así los turistas no se interesan aún cuando pregunten, en conocer nuestra historia y cultura.

Por eso tenemos un turismo de pata mocha, en que todos los esfuerzos se han dedicado a ofrecer magníficos resorts, que han aprovechado la belleza que la Naturaleza nos obsequió en las playas de blancas arenas y aguas azules y tranquilas, que acogen a los millones de turistas que nos visitan, que retornan a sus países sin saber que hay una gran historia de gran valor que sus gentes, no solo son hospitalarias y fiesteras y hasta haraganas como algunos nos quieren presentar. Aparte del bronceado que se llevan a sus naciones, solo retornan con alguna que otra botella de ron, un cd de bachatas, o un cuadro de pintores haitianos, y afortunadamente, un cd de Juan Luis Guerra.

Existe un gran fallo en la promoción turística, cuyos esfuerzos están concentrados en destacar la belleza de las playas, pero los demás aspectos del país, son ignorados por los operadores de tours, y la principal prueba de lo mismo, es de ver la escasez de información acerca de nuestra cultura e historia. Solo se limitan a presentar espectáculos folklóricos de un merengue estilizado o bailes afro antillanos que a veces son traídos por los moños como si fueran parte de una cultura extraída de nuestras raíces. Los grandes promotores del turismo dominicano deberían ponderar esa ausencia de lo atractivo de nuestra historia y cultura, para que los museos, debidamente restaurados, fueran parte obligada a ser visitados como ocurre con los museos del oro de Lima y Bogotá. Hasta los conciertos sinfónicos, que se ofrecen en el Teatro Nacional por temporada, debería ser parte de una promoción que ahora es inexistente en el turismo de pata mocha, y pese a esa falla, se sostiene económicamente el país y frena el derrumbe cívico a que estamos abocados por los desaciertos políticos.

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