Para olvidarse  de Dios

Para olvidarse  de Dios

¿Quién es Dios? ¿de dónde viene? ¿desde cuándo existe? ¿es realmente omnipotente, omnisciente y omnipresente? ¿es ese personaje antropomorfo del que hablan las religiones y que se enfada, nos controla, castiga y decide si vamos a la gloria o al infierno? ¿es un ordenador infinitamente grande fabricado por alguien  indescriptible porque no es materia, no es espíritu, ni una combinación de ambos?

No sé cómo describir ni explicar a Dios. Sin embargo, afirmo categóricamente que no es imagen y semejanza del hombre ni se ajusta a  descripciones y definiciones  de las diferentes sectas religiosas, pues no puede ser omnipotente y permitir que uno de sus subalternos, identificado como el diablo, desafíe su poder; no es omnisciente porque hubiese sabido que nos inclinaríamos por el pecado y no nos hubiese creado y no es omnipresente porque hay millones de hechos humanamente bochornosos que él no hubiese permitido aún bajo el infeliz argumento del “libre albedrío”.

Sin embargo, estoy convencido de que existe una fuerza inmensa que controla el interior de los seres vivos, a la que muchos han llamado alma o espíritu, que provoca la aparición de emociones y sentimientos, característica especial de los animales y sello de superioridad del hombre.Aún con el avance de la tecnología y las sorprendentes modernas maravillas de la ciencia, sigo creyendo en Dios a pesar de no estar en capacidad de definirlo. Si algún día tengo la oportunidad de ver a un robot llorar por la pérdida o partida de un compañero, sin que ningún circuito o programación electrónica lo haya condicionado, creeré ciegamente en el poder del hombre y echaré a Dios en el olvido.  

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