¿Para qué?

¿Para qué?

El coronel Muamar el Khadafi, jefe militar y político de Libia ahora amigo de los norteamericanos, ante el ataque israelí contra Gaza dijo algo así como: ahora se organizará un nuevo diálogo para buscar el cese de fuego, se logra  y luego la caldera sigue ardiendo hasta que haya un nuevo estallido.

Eso ocurre en el oriente medio, pero el concepto puede ser aplicado a nuestra realidad sin que resulte traído por los cabellos. El gobierno habla de otro diálogo, ahora para afrontar la crisis económica, como si la crisis económica fuera algo nuevo para nosotros.

Lo peor del caso es que allá van personas que creen que representan la sociedad dominicana, pese a que no renuevan su liderato con el pueblo. Líderes auto impuestos en partidos, organizaciones, grupos. Poca gente cree en diálogos con el gobierno, que al final se convierten en una tomadura de pelo, un allante que se registra en voluminosos libros que nadie lee, que nadie cumple, pese a los encendidos debates que pueda haber suscitado uno u otro tema. Debate ¿para qué? ¿Para que el gobierno se burle de todos, de nuevo?

¿Para que los figureros de siempre acaparen los titulares de prensa escrita, radio y televisión, durante varios días? ¿Por qué el gobierno quiere un nuevo diálogo ahora, y no presta ninguna atención a las sanas y sabias observaciones que se hacen al proyecto de Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos?

Debate ¿para que cuatro “sabios” pontifiquen y fuercen la aplicación de recetas extranjeras creadas para otros países, para otras realidades?

Se discutirá y se pavonearán algunos, filosofando, perdidos en la estratosfera, forzando la palabra, retorciendo los conceptos, dibujando fuegos fatuos verbales para que la sociedad piense que los problemas nacionales serán abordados con la ejecución de propuestas inteligentes, viables y acordes con nuestra realidad.

No es así. Lamentablemente nunca es así. ¿Discutirán de dónde buscar 20 mil millones para préstamos a bajos intereses, a largo plazo, para la siembra de productos de exportación, para el fomento de la ganadería, para el negocio de la reforestación y explotación forestal, para regular la producción de papa, cebolla, ajo, habichuelas, batatas y fomentar la producción de frutas para el consumo local y la exportación?

¡No! Hablarán de lo mismo. Se regodearán buscando palabras altisonantes para presentar sus propuestas que poco tienen que ver con los reales problemas: el hambre, la insalubridad que nos arropa, la proverbial falta de educación, la falta de empleos, la falta de energía eléctrica y agua potable.

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