¿Para qué Antropología Social?

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La Antropología Social como disciplina en el país está en proceso de extinción. La Antropología Social como carrera tiene poco tiempo en el país (cuatro décadas)  y nunca ha tenido un gran flujo de estudiantes. En otros países ocurre lo mismo, es una carrera de pocos estudiantes pero se mantiene por su relevancia. Estudiar Antropología Social puede ser poco atractivo si se mira la carrera solo desde el punto de vista monetario, se puede pensar que con esta carrera no hay muchas posibilidades de movilidad social ni de enriquecimiento.

En general, ser profesional en nuestro país no ofrece muchas posibilidades de movilidad social per-se  porque depende de relaciones primarias, políticas, entre otros.

La Antropología Social no es solo una profesión, es un estilo de vida. Esta ofrece una visión de la vida y de la sociedad con perspectiva relativa y comparada  aportando en la convivencia desde la tolerancia y el respeto a la diversidad.

Es una disciplina que ha ofrecido las herramientas necesarias para entender la construcción social y cultural del género (masculinidad y feminidad). Igualmente aporta al abordaje de la familia como estructura diversa, cambiante en su composición y su rol en cada cultura y grupo social. Lo mismo ocurre con el sistema de creencias y la religión. La expulsión de personas del cementerio un viernes trece (como ocurrió hace poco)  por su visita al Barón del Cementerio son la expresión del irrespeto y la discriminación hacia  las prácticas de religiosidad popular presentes en nuestra cultura.

La mirada antropológica se hace necesaria en nuestra sociedad, tenemos fuertes tendencias conservadoras que excluyen y discriminan a los grupos que tienen opciones sexuales, religiosas y culturales diferentes a las que sostienen los grupos hegemónicos. Un/a antropólogo/ a se inserta en las comunidades, en los barrios a convivir con las personas para tratar de interpretar sus estilos de vida y así ofrecer herramientas para su desarrollo humano. Igual ocurre en: escuelas, hospitales, industrias, mercados, fiestas, celebraciones y espacios de interacción social.

La formulación de políticas públicas y las intervenciones sociales  necesitan el abordaje antropológico y etnográfico con una lectura cualitativa y desde lo micro al contexto social a que están dirigidas. 

Esto es válido en políticas  urbanas y rurales que tienen que ver con: salud, educación, pobreza, medio ambiente, dirigidas a envejecientes, jóvenes, mujeres o a la niñez. Debemos incentivar el estudio de disciplinas como la Antropología Social, Sociología y otras ciencias sociales en nuestros/as jóvenes. Necesitamos más antropólogos/as que investiguen y profundicen sobre nuestra cultura, identidades y cambios socio-culturales de nuestras comunidades y nuevas generaciones.

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