¿Para qué escribirle a Duarte?

¿Para qué escribirle a Duarte?

El seis de noviembre del pasado año los dominicanos conmemoramos el 159 aniversario de la Constitución de la República, fecha que guarda mucha relación con el nombre de Juan Pablo Duarte, fundador de la nacionalidad dominicana.

Para la ocasión, escribí un artículo en este matutino con el título ¡Oh, Constitución, hoy no puedo escribir por ti! Fue una especie de diálogo con nuestra Carta Magna fruto de la impotencia que sentía (y siento), como otros, ante la desfachatez de muchos de nuestros políticos y funcionarios con cuyas conductas y actitudes (y quienes las apoyan) se apartan de manera interesada del contenido de nuestra Constitución.

Este 26 de enero, cuando los dominicanos conmemoramos el 191 aniversario del natalicio de quien nos liberara y nos diera una patria libre e independiente he sentido más impotencia ante lo que está ocurriendo en la patria de Duarte, sin que algún sector organizado tome el control del reclamo generalizado y se constituya en la vanguardia que aglutine a las fuerzas vivas de la sociedad y pueda ejercerse lo que está haciendo falta: Una verdadera y contundente oposición, que ni la está ejerciendo la dirigencia del Partido de la Liberación Dominicana, imbuidos en el triunfo que ya se abogan; ni la está ejerciendo el Partido Reformista social Cristiano; y ninguna otra fuerza política; salvo sutiles posiciones de algunos políticos de la izquierda; de la agrupación Participación Ciudadana; de una que otras voces representativas en el Congreso, como es el caso, entre otros pocos, del doctor Pelegrín Castillo de la Fuerza Nacional Progresista.

Talvez algunos comunicadores sociales y conductores de programas televisivos y radiales estén haciendo más oposición al gobierno como el principal responsable de la difícil situación que está cambiando el país que las propias fuerzas sociales y políticas a las que debiera corresponderle constituirse en vanguardia de este pueblo. No estoy llamando al desorden ni a un estallido social callejeros . Como ejemplo de lo que necesita el país en este momento, cito la manifestación pacífica que se realizó recientemente frente a la sede del Congreso Nacional en contra de la Ley de Lemas.

Al Presidente Hipólito Mejía le ha sido fácil conducir este período gubernamental sin una oposición contundente; más bien ha tenido una fuerte oposición dentro de su propio partido sustentada en su persistencia por la reelección.

A Leonel Fernández se le hizo una oposición tan fuerte en su pasada gestión, que las huelgas regionales y paros nacionales sobrepasaron los quinientos. Si Juan Pablo Duarte y sus compañeros hubiesen tenido una oposición similar a la de este gobierno en aquella dura época de la lucha por la conquista de nuestra independencia, seguro es que los dominicanos no hubiesemos vivido tantos años de colonialismo, dictaduras, tiranías, entre otros episodios.

Y lógico que para estos patriotas las cosas hubieran sido mucho más fáciles. Pero hoy los ideales duartianos lucen abandonados y cada quien anda por su rumbo; dejandole al pueblo la opción de esperar la «varita mágica del Ada madrina».

Por eso quise escribirle a Duarte; buscando recordarle a los que hoy le niegan con su conducta, que Juan Pablo Duarte desde adolescente defendió la idea de que nuestro pueblo tenía una cultura propia que lo hacía digno de la independencia política, y que una vez lograda, la nación debía organizarse sobre la base de la institucionalidad, de la democracia representativa.

Que sus condiciones y virtudes humanas y sus excepcionales dotes morales, hicieron de él un hombre y líder íntegro, capaz de vivir el exilio, la clandestinidad, la persecusión y morir en la más extrema pobreza, fuera de su tierra; en Cararas, Venezuela, en 1876. Quise escribirle a Duarte para recordarle a los políticos de hoy, que mientras éste hizo uso del dialogo, el respeto, la unidad y la confianza con Los Trinitarios, para avanzar en los propósitos libertarios, ellos usan la confrontación, el irrespeto, la división, para avanzar en sus propósitos particulares. Que mientras Duarte fue capaz de «negociar» sus bienes familiares para alcanzar objetivos políticos sociales en favor de la colectividad; hoy tenemos quienes negocian con la política para alcanzar objetivos personales y grupales. Quise escribirle a Duarte, para que podamos reflexionar sobre las etapas históricas del país en que los dominicanos hemos estado envueltos en luchas por los ideales duartianos como son la justicia, la libertad, la independencia, inherentes a la democracia; una condición política que luego de los 30 años de tiranía trujillista, debemos esforzarnos por preservar. Quise escribirle a Duarte para recordar, que basado en sus ideales de defender la patria, asumió iniciativas como los movimientos clandestinos La Trinitaria y La Filantrópica, entre otras acciones, que se constituyeron en verdadera vanguardia capáz de integrar voluntades y esfuerzos para conducir el clamor de la sociedad hacia el más preciado objetivo. Por eso y pese a las adversidades, obtuvo la colaboración de importantes sectores de la burquesía de entonces.

Recordemos sólo por curiosidad algunos episodio previos e inmediatos a la lucha por la independencia de la república, en la que Juan Pablo Duarte jugó el papel de primer orden hasta lograrla: Ebullición de cuatro doctrinas políticas que sacudían el continente, de las que Duarte supo nutrirse en su lucha (se apegó al nacionalismo y liberalismo); el gobierno absolutista de Boyer en la zona oriental de la isla; las ideas y acciones colonialistas; las persecusiones y apresamientos; conducción de movimientos clandestinos; dictadura, traición; exilio; los que no le amedrentaron ni detuvieron su lucha hasta darle a los dominicanos su libertad e independencia. Hoy, vivimos en medio de la ebullición de varias tendencias internas político partidarias en el PRD y el PRSC; una soterrada lucha contra políticas gubernamentales; contra la crisis económica y sus consecuencias; contra las aspiraciones reeleccionistas del presidente Mejía (al parecer ya consumada); contra los mamotretos de congresistas; contra las apetencias de poder; contra la intolerancia, la libertad de expresión y la seguridad de los ciudadanos; y hasta contra la traición, porque entre precandidatos de un mismo partido se han cometido fraudes en sus convenciones internas. ¿Dónde está el Duarte de hoy? para constituir una vanguardia capaz de enfrentar todos estos acontecimientos que niegan la lucha de aquellos patriotas? Sin dudas que no está, porque todos, llamandose y siendo de verdad buenos dominicanos, tienen su atención puesta sólo en sus propios proyectos políticos y no están acompañando al pueblo dominicano y la sociedad en general, en una verdadera lucha por preservar el orden democrático e institucional que logramos, hará 160 años. Por todo ello quise escribirle a Duarte.

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