¿Para qué sirve la utopía?

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“Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir” esta es una de las frases gritadas por los jóvenes profesionales españoles desempleados, durante las concentraciones en las distintas plazas españolas.

El movimiento del pueblo “Con Causa pero sin casa”  emite un grito con dolor desgarrador, necio, e insiste, que parece sacar su fuerza de las mismas entrañas de la tierra. En medio de todo esto, Eduardo Galeano, escritor, periodista uruguayo, llega a Barcelona, y  les hace un depósito de Esperanza, directo al corazón.

Galeano se levanta toma el micrófono y propone: “Que tal si deliramos por un ratito. Que tal si clavamos los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible….” (hace una pausa dulce y respirada con amor y sensibilidad y continúa) “El aire estará limpio de todo veneno, que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones. En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros, la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni  tampoco será mirada por el televisor. El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha, como la lavadora. Se incorporará a los códigos penales del delito de estúpidez que comenten quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta, y como juega el niño sin saber que juega.

Nadie vivirá para trabajar pero todos trabajaremos para vivir. Los Economistas no llamarán Nivel de Vida al Nivel de Consumo, ni llamarán Calidad de Vida a la Cantidad de Cosas. Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas. Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invádidos. Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

La Solemnidad se dejará de creer que es una virtud y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo. La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero.

La comida no será una mercancía ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos. Nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión. No habrán niños de la calle tratados como basura, ni tampoco niños ricos tratados como dinero.

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla. La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas volverán a juntarse bien pegaditas, espalda contra espalda.

Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido donde hayan nacido, hayan vivido donde hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo.

Seremos imperfectos, porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los Dioses. Pero en este mundo jodido, seremos capaces de  vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última”

Galeano terminaba contando una vivencia personal: “Cuando mi amigo Fernando Birri, director de cine argentino, y yo íbamos a las charlas en las universidades, un estudiante le preguntó a él, -Director, ¿De qué sirve la Utopía?-, Fernando le respondió: La utopía está en el horizonte, cuando adelanto 10 pasos, ella se aleja 10 pasos, a medida que me voy acercando, ella se va alejando más y más… y entonces de qué sirve, justamente para eso, para caminar.

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