¿Para qué una nueva provincia en S.D.?

¿Para qué una nueva provincia en S.D.?

TIRSO MEJÍA-RICART
En Octubre del año 2001, luego de cerca de diez años de elaboración, amplias discusiones y promoción en todos los ámbitos sociales e intelectuales, así como en el antiguo Distrito Nacional, fue promulgada la Ley 63-01 que establecía, tras las elecciones del 2002 la provincia de Santo Domingo separada del Distrito Nacional, con los municipios de Santo Domingo Este, Santo Domingo Oeste, Santo Domingo Norte y Boca Chica; y otros tantos distritos municipales: Guerra, La Victoria, Los Alcarrizos y Pedro Brand.

Los objetivos de esta legislación modernizadora fueron básicamente dos:

1. Detener y revertir la arrabalización creciente de la gran ciudad de Santo Domingo, cercana ya a los 3 millones de habitantes, con la creación de municipios fuertes, que promovieran el bienestar y la igualdad de atenciones en toda la periferia de la gran urbe, hasta entonces preterida con respecto a la parte central de la ciudad, para lo cual fue necesario restablecer la antigua provincia de Santo Domingo, ya que la Constitución prohíbe más de una municipalidad en el Distrito Nacional. Ello así, porque el municipio es un gobierno local que está llamado a resolver los problemas de la vida cotidiana de sus habitantes y cuando crece mucho no puede cumplir cabalmente esa misión.

2. Dotar a la nación de una capital del la República que fuera un centro político de todos, que no prevalezca como territorio con respecto a las provincias del país.

El proyecto original que nosotros estuvimos impulsando incluía también otros dos objetivos trascendentes:

1) La creación de “Distritos Metropolitanos”, para la atención especifica de cada uno de los grandes sectores de la ciudad, de acuerdo a sus propias características, pero dentro de esos municipios, sin tener que subdividirlos.

2) El establecimiento de un “Consejo de Regentes del Gran Santo Domingo”, con una direcciona técnica que incorporará las municipalidades de la metrópoli y al propio gobierno central, a la planificación y principalmente a las acciones colectivas en beneficio del medio ambiente, los grandes ordenamientos urbanos y el tránsito intermunicipal, ente otros.

Estas ultimas iniciativas tuvieron sin embargo que ser abandonadas, ante la resistencia de congresistas y aspirantes a la direcciona de los nuevos municipios, a dar participación a otros estamentos ajenos a los propios organismos edilicios.

A pesar de la resistencia que le pusieron sectores conservadores y adversos la PRD que impulsó el proyecto de ley, es evidente que la municipalización del antiguo Distrito Nacional fue exitosa, ya que la ciudad en su conjunto está mucho más limpia, la economía de toda la periferia se ha dinamizado, y los servicios sociales se han expandido con nuevos hospitales, planteles educativos, cementerios, urbanizaciones, campos deportivos, centros comerciales, etc.

Este éxito, unido a la tendencia al parecer irrefrenable al fraccionamiento del territorio que exhibe el Congreso Dominicano, ha conducido a que en apenas 3 años se haya modificado esa legislación 5 veces para esa provincia, lo que han significado 3 nuevos municipios y otros 5 distritos municipales. Algunos de estos justificados y otros más cuestionables, como los casos de Pantoja, Palmarejo, La Guáyiga y Hato Viejo.

Pero además, se han presentado otros 5 proyectos, mayormente dirigidos a la creación de nuevas provincias dentro del mismo territorio, tanto hacia el norte, como al oeste y el este de dicha demarcación, al ultimo de los cuales ha sido el que crea una nueva provincia de Santo Domingo Oriental y otras tres municipalidades, el cual fue, cosa casi increíble, aprobada por el Senado de la República el pasado día 23 de Agosto.

Independientemente de que esta nueva aventura territorial pone en entredicho las bondades de la legislación inicial, y que está sujeta a la eventual aprobación por la Cámara de Diputados, y de su promulgación por el Poder Ejecutivo la creación de una nueva provincia para Santo Domingo, tiene las siguientes implicaciones: esta vez en el nombre del prócer Ramón Matías Mella, que aumentaría la confusión de nombre en tanto a la capital de la República

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