¿Para qué una nueva provincia en SD? (2 de 2)

¿Para qué una nueva provincia en SD? (2 de 2)

TIRSO MEJÍA-RICART
1)      Somos ya el país del mundo con más provincias, de acuerdo a la extensión de su territorio: una por cada 1,500 km2, con todo lo que ello significa para aumentar el costo de las operaciones y la pérdida de gobernabilidad efectiva.2) En nuestro sistema político, las provincias contribuyen a la centralización del país, porque tienden a quitarle poder a los municipios, ya que representan sólo al Presidente de la República, pues los gobernadores no son electos por la población, y no tienen funciones ni recursos para enfrentar los problemas de la población, particularmente si sólo tienen en su demarcación a un municipio grande y un par más pequeños.

2)    A falta de razones sólidas para la creación de la nueva provincia, se han originado algunos pseudo argumentos, como son, su gran población, las dificultades judiciales de los municipios Norte y Este, (que no aplican para la aprobada provincia Oriental), y la falta de atención del Gobierno Central.

Pero resulta que esas variables no son las determinantes en la conformación de las provincias, sino la extensión del territorio y su lejanía de la Capital, ya que se trata de dependencias del Gobierno Central. Por otra parte, en ninguna otra provincia las principales poblaciones de otros municipios se encuentran tan cerca de la cabecera municipal, como en la provincia de Santo Domingo. Lo demás es pura palabrería.

3)     En lo judicial, se pueden establecer salas de los juzgados de primera instancia en los principales municipios de la actual provincia de Santo Domingo sin que haga falta crear otra, y de hecho ha estado entre los planes de la Suprema Corte de Justicia establecerlas, de la misma forma que la Fiscalía de ese distrito judicial tiene delegaciones en las mismas.

4)       Ahora mismo, habiendo sólo un gobernador en Santo Domingo, ya que el Distrito Nacional no tiene, las únicas funciones conocidas de éste son dos: recibir y despedir al Presidente en los aeropuertos que están en la provincia; y asistir a las inauguraciones oficiales en esa demarcación…Por favor…

5)      Despojadas las gobernaciones en torno a Santo Domingo de todo interés práctico que no sea la creación de más plazas burocráticas improductivas, y siendo los diputados electos a razón de uno por 50 mil habitantes, con o sin provincias, solo quedaría pendiente la creación de más senadores, para lo cual bastaría, en el caso hipotético de que se considere necesario, consignar en la próxima reforma constitucional que: “habrá un senador por cada 500 mil habitantes o fracción mayor de 250 mil, con un mínimo de uno por cada provincia y el Distrito Nacional”, y así nos ahorraríamos por los menos el sonrojo institucional de una multiplicidad de provincias para una misma concentración urbana.

6)      Para ejemplo bastan tres botones: La Habana, capital de Cuba, ésta rodeada por la provincia de La Habana con diversos municipios, Buenos Aires D.N. está circundado por la provincia de Buenos Aires con 12 millones de habitantes, con diversos municipios, y México D.F. tiene a su alrededor al Estado de México, con 20 millones de almas y múltiples municipalidades, para no hablar de Puerto Rico, cuya zona metropolitana tiene 8 o más municipios y no tiene provincias porque para nada les sirven.

7)      Con la creación de más provincias no hay tal descentralización. A ese respecto no es casual que hasta 1908 haya habido sólo cinco provincias en el país, y que precisamente fueran tres gobiernos altamente centralizados los que promovieron su proliferación: el de Ramón Cáceres (1906-1911) las llevó de 5 a 12 provincias, el de Trujillo (1930-1961) de 12 a 25 y el de Balaguer (1966-1978) de 25 a 30. Probablemente haciendo buena la vieja máxima de estrategia política y militar de “divide y vencerás”.

8)     Si, para zonas alejadas a la capital se puede justificar que haya un gobernador que puede servir para canalizar ante el Presidente de la República las demandas e inquietudes de la comunidad o para darle seguimiento a obras y servicios del Gobierno central, ese no es el caso de Santo Domingo, porque ¿quién va realmente a ir donde el gobernador de esa demarcación a solicitar algo, si no tiene recursos propios y para eso están allí todas las principales dependencias del Estado, incluyendo la propia sede presidencial.

9)    Por supuesto que si tal desvarío político se hace realidad, nada tendrá que en poco tiempo tuviéramos a otras tres nuevas provincias par Santo Domingo Oeste, y Santo Domingo Norte, con mayores credenciales que la flamante Santo Domingo Oriental, y poco después vendrían muchas otras, en las cuales ya algunos líderes políticos han fijado sus aspiraciones, por razones de orgullo pueblerinos y/o ambiciones políticas, a saber: “Santo Rosa” (para las Matas de Farfán), Villa Altagracia, Haina, Constanza, Jarabacoa, Gaspar Hernández, San José de las Matas, Esperanza y otras que escapan a mi memoria.

10)    En lugar de aprobar más provincias y aún municipios no necesarios, nuestros legisladores deberían aprobar algunas leyes fundamentales para nuestro ordenamiento político territorial que están pendientes de su conocimiento desde hace varias legislaturas, como son las de Ordenamiento Territorial la de Descentralización de la Fundación Pública y Orgánica Municipal, que implicarían entre otras disposiciones la necesidad de un plebiscito local para la creación de nuevas municipalidades, la elección directa de los representantes de distritos municipales y el establecimiento de delegaciones en los distintos sectores urbanos o barrios no sujetos a elección partidista para fortalecer la presencia ciudadana en un nivel que es crítico para el proceso y la seguridad colectiva.

11)    En resumen, el proyecto de Ley que crea la provincia de Santo Domingo Oriental nos haría quedar en ridículo como país y su único “mérito” se podría resultar el facilitar las aspiraciones senatoriales de más de un interesado, o que más bien es el resultado de la falta de un análisis serio de ese engendro lamentable.

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