“Cuando hay una isla no hay dos países”, colosal disparate del señor Almagro. Hace tres años publiqué en este espacio “Islas Divididas” (mayo 13 de 2012) donde señalaba que al menos se pueden encontrar seis casos en el mundo: Nueva Guinea, la segunda isla más grande del mundo, compartida por Papúa Nueva Guinea y una provincia de Indonesia, en sus casi 786 mil kilómetros cuadrados se hablan 820 lenguas, el 12% de las que se conocen en el mundo; la Isla de Borneo, con más de 700 mil kms.2 comprende al Sultanato de Brunei, cuatro provincias de Indonesia y una parte del territorio de Malasia; la Isla de Timor de 32 mil kms.2, acoge a la República de Timor Oriental y otra provincia de Indonesia; isla de Chipre de solo 14 mil kms.2 en donde radica la República de Chipre, miembro de la Unión Europea y la República Turca del Norte de Chipre que solo reconoce Turquía y que es producto de la invasión de ese país en 1974. Otra es la europea isla de Irlanda de algo más de 84 mil kms2 donde encontramos la República de Irlanda y la británica Irlanda del Norte; en nuestro Caribe tenemos la pequeña isla de San Martín de solo 88 kms.2 dividida entre Francia y Holanda. En la mayoría de esos casos si el señor Almagro repite el disparate que le endilgó a la Española tendría serios problemas diplomáticos.
Que una organización regional como la OEA que tan lamentable papel ha jugado en la historia reciente de este país repita su práctica ingerencista es además de inaceptable, provocadora precisamente cuando la opinión pública le reclama que le pida perdón al pueblo dominicano por haber hecho suya una intervención que abortó la intención de reencauzar al país por el sendero democrático del que la habían apartado. También lo había dicho en otro de mis artículos (marzo 1 de 2010). También había dicho en otros artículos la urgencia de modificar la institución – no reformarla con el mismo tono intervencionista que parece tener en mente el señor Almagro – o sustituirla por otra para lo cual tiene un enorme potencial el CELAC. Igualmente he dicho en repetidas ocasiones – no estoy improvisando conceptos – que los problemas de América Latina y el Caribe se deben ventilar en la CELAC y que la OEA, o el fórum que se decida quede para que la “la CELAC y los Estados Unidos y Canadá se encuentren periódicamente y ventilen sus intereses comunes, que son muchos..” (febrero 25 de 2013).
Haití y otros cometen un grave error e injusticia cuando pasan por alto la solidaridad manifiesta y concreta que la RD le ha brindado a ese sufrido pueblo, víctima por décadas de dictaduras y gobiernos irresponsables. Poco favor hacen quienes además se confabulan en esa línea de desconocimiento. Más allá del supuesto sentimiento anti haitiano todos fuimos testigos de cómo este pequeño y muy pobre país acudió en ayuda de los haitianos cuando fueron sacudidos por un brutal terremoto, dando lo que no tenía y más, que muchos ricos y que otros que ahora se escandalizan, no dan.
Haití requiere de solidaridad pero no le pidan a un país con 40% de pobreza y escasos recursos que resuelva lo que los que pueden dar no lo hacen. Los que están tan sensibilizados con las calamidades que sufre el haitiano que tengan el valor de virarse para quienes tienen los recursos. “Adelante Amigos de Haití” fue otro artículo que publiqué hace ocho años (mayo 7 de 2007).