Para todos los fines

Para todos los fines

Calificar para que este país participe en el acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica es un objetivo inaplazable hacia el que hay que marchar aprisa; no sólo porque el DR-CAFTA es el puerto más inmediato a que debe arribar la economía dominicana con todos los requisitos en orden.

También lo es porque el país se enfrenta a un mañana crítico y sucede que la mayoría de las naciones se han trazado la meta de encajar en el nuevo orden comercial que se asume y se impone a través de la Organización Mundial del Comercio.

¿Pueden los dominicanos darse el lujo de continuar atrapados y sin hacer nada para salir de las estructuras que los sitúan en desventaja ante sus competidores cercanos en el marco regional que es el DR-CAFTA?

Para sobrevivir en estos tiempos en que desaparecen las barreras arancelarias a todo el ancho del planeta, no hay otro camino que ser eficientes.

Si el país no pasa la prueba que se impuso para corto plazo en el esquema trazado con Centroamérica y Estados Unidos, los otros desafíos del mismo orden que sobrevendrán después serían  más difíciles de afrontar.

O creamos las condiciones que permitan ofertar productos de calidad y bajos costos y con claras ventajas comparativas para competir, o se ahondarían los problemas económicos y sociales, en la estrechura de un modelo desfasado.

No quiere eso decir que República Dominicana deba someterse  a exigencias imprevistas y leoninas que procedan del socio mayor que es Estados Unidos.

No es cuestión de aceptar dócilmente  cambios emergentes en lo acordado, si se teme que acentuarían los desequilibrios en los nexos importación-exportación con los demás Estados.

– II –

El Gobierno, los industriales y los diversos sectores de la agropecuaria tienen que sostener un nivel de reclamos y de condiciones mínimas para competir. Más allá de una línea inviolable sobre reciprocidades entre los miembros del mercado, nada sería aceptable para República Dominicana.

De un modo realista ¡eso sí! el país debe establecer diferencias entre requisitos injustos de sus socios y sus propias deficiencias, las que hay que corregir.

Puede que leyes, políticas y condiciones estructurales locales  conspiren todavía contra la rentabilidad de operaciones fabríles, agrícolas y ganaderas.

Es evidente que República Dominicana reúne cualidades suficientes para  competir en renglones de zona franca, como textiles y otros.

Por la experiencia, capacidad instalada y competencia de la mano de obra, el hecho de conservar y acrecentar un trato prefencial en el acceso al mercado norteamericano, garantiza el éxito frente a otros orígenes de mercancías, como China.

Por ese motivo en particular, el ingreso al DR-CAFTA constituye un paso a vida o muerte para la economía dominicana.

– III –

En otros renglones, la integración comercial ha de ser un gran reto, pues importaciones procedentes de Centroamérica y Estados Unidos, donde la energía eléctrica es barata y donde los costos de producción en general resultan menores, porque las infraestructuras allá vigentes así lo permiten.

Por lo demás, la participación de República Dominicana en el DR-CAFTA impone unos requisitos que este país debería tratar con energía de cumplir, aunque no se tratara de una condición demandada por convenios con el exterior.

La transparencia en compras estatales es algo que la conciencia ética demanda de viejo, al margen de que Washington ponga empeño en ello.

Cuestiones fundamentales de un estado de derecho, incluyendo el respeto a patentes y autorías de todo género tienen que alcanzar plena vigencia, y no debería ser necesario que desde fuera nos las reclamen para lograrlo.

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